Pequeña biblioteca comentada
Breves reseñas de narrativas leídas en español, escritas como aides mémoire y ejercicios ensayísticos. .
Alegre, Manuel. O homem do país azul
Alvarez, J. In the Time of the Butterflies
Baricco, Alessandro. Seda
Beckett, Samuel. Esperando a Godot
Benedetti, Mario. La vecina orilla
Boyle, T. Coraghessan. Tortilla Curtain
Bucay, Jorge. Cuentos para pensar
Buero Vallejo, Antonio. El concierto de San Ovidio
— El tragaluz
— Un soñador para un pueblo
Cáceres Romero, A. El puente de los suicidas
Caparrós, Martín. Los Living
Carmena, Manuela. La joven política
Cela, José Camilo. La colmena
Cercas, Javier. Soldados de Salamina
Cervantes, Miguel de. Don Quijote de la Mancha
Coelho, Paulo. O Alquimista
Compán, Salvador. Cuaderno de viaje
Cortázar, Julio. Libro de Manuel ; Rayuela
Chacón, Dulce. La voz dormida
Chambers, Aidan. Postales desde tierra de nadie
Dai Sijie, Balzac y la joven costurera china
Delibes, Miguel. El camino
— La hoja roja
Díaz Domínguez, C. Los impares de Sagasta
Dueñas, María. El tiempo entre costuras
Durón, Rodolfo. Aventuras galantes de un chofer particular
Eslava Galán, Juan. En Busca Del Unicornio
— La mula
Flaubert, Gustave. Madame Bovary
Fontanarrosa, R. El Rey de la milonga
Ford, John. Adios, hermano cruel
Fuentes, Carlos. Las buenas conciencias ;
— La muerte de Artemio Cruz
García Márquez, G. Cien años de soledad ;
— Del amor y otros demonios ;
— Memoria de mis putas tristes
González Ledesma, Francisco. Crónica sentimental en rojo
Gordon, Noah. El médico
Grandes, Almudena. Estaciones de paso
Greene, Graham. El tercer hombre
Guerra, Ruy y Gabriel García Márquez. La bella palomera
Guerra, Wendy. Todos se van
Gutiérrez, Pedro Juan. El rey de La Habana
Hidalgo Bayal, G. Campo de amapolas blancas
Jarnés, Benjamín. Elogio de la impureza
Khadra, Yasmina. Las golondrinas de Kabul
Laforet, Carmen. Nada
Landero, Luis. El guitarrista
— Lluvia fina
Laso, Isabel. La canción del bardo
Levi, Carlo. Cristo se detuvo en Éboli
Mankell, Henning. La quinta mujer
Marai, Sándor. El último encuentro
Marías, Javier. Corazón tan blanco
— Los enamoramientos
Martín, Luis G. El alma del erizo
Martín Moreno, Francisco. México negro
Martínez, Tomás Eloy. Santa Evita
Martínez Anaya, Remedios. Moxácar: el amor …
Mateo, A. L. La balada de Alfonsina Bairán
Menéndez Salmón, Ricardo. La ofensa
Molina, Tirso de. Don Gil de las calzas verdes
Müller, John. #Podemos: Deconstruyendo a Pablo Iglesias
Muñoz Molina, Antonio. El jinete polaco ; Plenilunio ; Sefarad
Neuman, Andrés. El último momento ; La vida en las ventanas
Nooteboom, Cees. Los zorros vienen de noche
Obligado, Clara. La hija de Marx
Ortiz, Lourdes. La fuente de la vida
Palma, Félix J. El mapa del tiempo
Payá Beltrán, José. Destilando fantasmas
Pérez Galdos, Benito. Misericordia
Pérez-Reverte, Arturo, Un asunto de honor ;
— Cabo Trafalgar ;
— con Carlota Pérez-Reverte, El Capitán Alatriste
Petrushévskaia, Liudmila. Érase una vez …
Pitol, Sergio. Los mejores cuentos
Poe, Edgar Allen. El gato negro
Puchol, Vicente. Alguién soñó sobre una piel de toro
Racionero, Luis. La sonrisa de la Gioconda
Reverte, Javier. El médico de Ifni
Rivas, Manuel. Los libros arden mal
Rivera, José Eustasio. La vorágine
Rojas, Fernando de. La Celestina
Romero, Felipe. El segundo hijo del mercader de sedas
Ruiz Zafón, Carlos. La sombra del viento
Rulfo, Juan. Pedro Páramo
Sabato, Ernesto. El túnel ; Claves políticas
Salinger, J. D. El guardián entre el centeno
Sampedro, José Luis. El amante lesbiano
Sánchez Ferlosio, Rafael. El Jarama
Santos, Luis R. Tienes que matar el perro
Schwartz, Fernando. El desencuentro
Saramago, José. La balsa de piedra
— Ensayo sobre la lucidez
Sorela, Pedro. Quién crea la noche
Strejilevich, Nora. Una sola muerte numerosa
Trapiello, Andrés. Los amigos del crimen perfecto
Trujillo, Noemí. El amor tan temido
Vargas, Fred. El hombre de los círculos azules
Vargas Llosa, Mario. Los cachorros ;
— La Fiesta del Chivo ;
— La guerra del fin del mundo;
— Historia de Mayta ;
— Pantaleón y las visitadoras
Vázquez, Juan Gabriel. El ruido de las cosas al caer
Vázquez, Lourdes. La estatuilla
Viciana Martínez-Lage, A. Bajo el ciprés ;
— El engaño del general ;
— La cólera de Tanit
Vila-Matas, Enrique. Dublinesca
— El viento ligero en Parma
Weiss, Peter. Marat-Sade
Waltari, Mika. El ángel sombrío
Yourcenar, Marguerite. Memorias de Adriano
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O Homem do País Azul por Manuel Alegre
My rating: 5 of 5 stars
(Amigos portugueses, perdonadme por escribir en español; disfruto la lectura de vuestra bella lengua, pero no me atrevo a escribirla)
“El hombre del país azul” es el héroe revolucionario que todos nosotros — los de la generación de Manuel Alegre (n. 1936) y con preocupaciones por la justicia social — nos imaginábamos. Lo que él (el “homem” de este cuento) llama el “país azul” es cualquier lugar donde se vislumbra la posibilidad de realizar la revolución. Como el narrador del relato que de este título, todos creíamos ver semejante figura en todas partes — ya sea en Montevideo, entre los Tupamaros; an Angola en el MPLA (especialmente relevante para los portugueses); en Argelia en el FLN de los años ’50; en Indochina, Cuba, Sudáfrica, y finalmente (porque allí culminó y terminó este espejismo) en el “Che” Guevara muerto en Bolivia. La aparición de este “homem do país azul” en diferentes países, con diferentes nombres y hablando diferentes lenguas parece mágica en el relato, pero por otro lado es realista : así lo veíamos, así lo queríamos ver.
Entre los otros cuentos el tema de lucha revolucionaria, y más especialmente de la Resistencia a la dictadura de Salazar en Portugal, aparece repetidamente, especialmente en “A última noite” y “O outro lado”, y marginalmente en “O aviso”. Pero Manuel Alegre tiene otras saetas en su carcaj, y las dispara hacia las nubes de su fantasía. Como en “A pedra”. Pero el cuento no político más delicioso es el último de esta colección, “Pessoa y Nenhum”, donde “Pessoa” (que significa simultáneamente Fernando Pessoa y “persona”) dialoga con “Nenhum” (“nadie”, que también es un personaje de Fernando Pessoa). Ahí el autor reflexiona sobre su propia producción literaria, y especialmente la invención de personajes — como “o homem do país azul”— para hablar por él.
Confieso que antes de encontrar este libro (en un mercadillo de libros usados en Chiado en Lisboa) no tenía idea de quién era Manuel Alegre. Después de leer estas bellas e impactantes historias, lo he investigado y descubro que además de escritor, ha sido y sigue siendo un político muy relevante de la izquierda de este pequeño país (¿azul?) cuya cultura y lengua han repercutido a través del globo. 2012.1.4
Alvarez, Julia. In the Time of the Butterflies. Chapel Hill, NC: Algonquin Books, 1994. 325 pp.
Versión novelada del martirio de las hermanas Mirabal, asesinadas por su oposición a Trujillo. Existe también una traducción al castellano. En su novela anterior, How the García Girls Lost Their Accent, Alvarez contaba la historia de una familia inmigrante en EE.UU. en las voces alternadas de las hermanas. Aquí hace lo mismo, en las voces de las hermanas Mirabal. Tres de ellas murieron asesinadas en un simulacro de accidente automovilístico el 25 de noviembre de 1960, cuando estaban en camino para visitar sus maridos, presos por Trujillo. La cuarta hermana vive apartada de la política y sobrevive; la suya es la voz que introduce la narrativa. Ayuda entender una variedad de experiencias sociales, especialmente en el campo, durante los últimos años del trujillato. Para otras novelas sobre la misma época, vea Mario Vargas Llosa, La Fiesta del Chivo, y Andrés L. Mateo, La balada de Alfonsina Bairán.
En su ensayo “Doña Aída, With Your Permission.” Brújula/Compass, no. 28 (1998): 12-13, Alvarez ofrece una respuesta imaginada a la escritora dominicana Aída Cartagena Portalatín, que la había retado por escribir en inglés. Dice, “No, I am not a Dominican writer or really a Dominican in the traditional sense. But you’re right, Doña Aída, I’m also not una americana. I don’t hear the same rhythms in English as a native speaker of English. I’m mapping a country that’s not on the map, and that’s why I’m trying to put it down on paper.”
Baricco, Alessandro. 1997. Seda. Translated by X. González Rovira and C. Gumpert. Barcelona: Editorial Anagrama.
Como un poema, esta pequeña novela nos canta con estrofas repetidas de la vida y las búsquedas de aventura en la Europa de pequeñas ciudades del s. xix. En 1861 Hervé Joncour emprende su primer viaje desde Lavilledieu para el fin del mundo, o sea, Japón, para traer de contrabando los huevos de gusanos de seda necesarios para la industria de la seda en su pueblo. Repetirá este viaje varias veces a través de los años, motivado no solamente por el afán empresarial sino también por sus fugaces encuentros con una misteriosa mujer de cara de muchacha con rasgos occidentales, que aparece junto al gran señor japonés. El misterio de su identidad nunca se desvela, pero como la exquisita seda japonesa, le caricia la imaginación tanto en sus viajes como en su casa en Lavilledieu con su esposa.
Benedetti, Mario. La vecina orilla. Madrid: Alianza Editorial, 1994. 94
Cuentos: El presupuesto (1949), Réquiem con tostadas (1966), El fin de la disnea (1965), Se acabó la rabia (1956), y La vecina orilla (1976). Éste último, el más largo (pp. 37-93) y más impresionante, contado por un pibe de apenas 17 años que ya ha sido víctima del terror oficialista en Montevideo y se encuentra tampoco seguro en “la vecina orilla” del Río de la Plata, Argentina.
Boyle, T. Coraghessan. Tortilla Curtain. New York: Viking Penguin, 1995. 355 pp.
Comedia grotesca sobre el encuentro malogrado entre unos paupérimos mexicanos indocumentados y una comunidad exurbana de anglos con un exceso de todo. Todo termina en un deslave monumental. Los pobres mexicanos son tan ingénuos y bobos como los anglos son crueles y rapaces. 00/3/15
Bucay, Jorge. Cuentos para pensar. 12ª ed. Barcelona: Del Nuevo Extremo/RBA Integral, 1999.
Parábolas terapéuticas por un psicoterapeuta gestáltico argentino. Tienen poca gracia como literatura (hay otras versiones anteriores y mejores de casi todas estas fábulas), pero sirven para plantear unas ideas de “Gestalt” (o quizá del sufismo) de una manera muy simple. Parten de “las 3 verdades”: (1) lo que es, es, que significa también, yo soy quien soy, y Tú eres quien eres. (2) Nada que sea bueno es gratis. (3) Nunca hacer lo que no quiero. El problema filosófico más evidente surge cuando pretende elaborar la verdad 2, diciendo que, si a mí me pasan cosas buenas, “He pagado por ellas, me las merezco.” Sin embargo “la aseveración ‘me merezco todo lo que me pasa incluido lo malo’ no es necesariamente cierta.” Entonces, ¿si un tsunami me arruina la vida, a lo mejor no lo merezco, pero si en cambio nazco en una familia acomodada que me da muchas oportunidades, si lo merezco? Totalmente incoherente. Verdad 3, que uno siempre puede rehusar hacer lo que no quiere, si está dispuesto a pagar el precio (que puede ser muy alto), recuerdo haber leído en Sartre; es una verdad difícil pero muy importante. La que me gusta más es la verdad 1, también difícil de aceptar a veces. 20050207
Los Living by Martín Caparrós
My rating: 3 of 5 stars
Esta macabra comedia sobre la argentinidad, la muerte y el consumo está contada principalmente a través de la conciencia de un joven muy torcido, muy chiquito y enormemente resentido apodado “Nito” pero bautizado “Juan Domingo” porque nació el mismo día de la muerte de Perón. Busca vengarse, por causas que él mismo no entiende racionalmente pero que siente y le irritan — incluyendo la misteriosa ausencia de su padre biológico, la distinción como chico inteligente que le da su maestra, y más tarde, la estupidez general de los hombres ingenuos en que le resulta muy fácil infundir miedo a la muerte. Aprende el concepto de “la venganza” de las telenovelas que mira con su adorada y bastante estúpida madre, y pronto descubre sus propios métodos de vengarse de la cariñosa maestra, del hombre que posiblemente causó la muerte de su padre en un accidente tonto, y de todos los hombres que puede asustar con sus predicciones inventadas sobre sus muertes. Aparte de la venganza, su gran pasión es pajearse mirando fotos de mujeres semidesnudas en revistas baratas — mientras rehuye de cualquier relación sentimental o sexual normal.
El otro personaje importante es el viejo cocainómano Pitu Carpanta que se imagina un gran artista conceptual a quien sólo le ha faltado el concepto adecuado — que por fin encuentra, con la ayuda inconsciente de Nito: “Los Living” — pero eso viene al final de la novelas, y es tremebundo. Mi cita favorita de Carpanta es cuando, reflexionando sobre su pasado a las oportunidades perdidas, le dice a Nito, “Uno nunca está a la altura de lo que podría haber sido…”
El libro tiene pasajes perspicaces y a veces bastante cómicos, de un tipo de comedia cruel muy argentino. Por ejemplo esto, sobre los que, como Nito, nacieron en Argentina alrededor de 1974:
“… mi generación llegó temprano al banquete de los horrores cibernéticos y neuroquirugicobiomoleculares y tarde al terror policial, y tuvo la gran tarea de inventarse sus terrores con materiales que, a primera vista, no darían tanto miedo: las drogas, la pobreza, el asalto en la esquina, el cigarrillo, las grasas, lo extranjero.”
La tensión aumenta a medida que Nito amplia e intensifica su campaña de venganza contra el mundo, mediante sus discursos detalladísimos de muertes imaginarias, presentados ante públicos cada vez mayores. Pero entonces, para el clímax, el autor abandona la conciencia interior de Nito y la ironía del viejo Carpanta, para el absurdo, grotesco y extremadamente repugnante espectáculo de “Los Living”, que nos quiere hacer creer llega a ser muy popular en toda Argentina. Qué efectos puede tener todo eso en la conciencia de Nito, no nos enteramos. En lugar de terminar el relato que estaba desarrollando desde el comienzo, el autor nos deja con nada más que una tremenda e increíble situación. A mí me dejó mal sabor y me sentía decepcionado por la falta de conclusión narrativa.
Cela, José Camilo. La colmena, Clásicos Castalia. Madrid: Editorial Castalia, 1989.
Madrid, invierno de 1943, es una colmena donde sendos personajes siguen sus instintos y tímidos deseos, tratando de sobrevivir con algún rasgo de dignidad bajo el frío, la pobreza y la represión de los recién victoriosos franquistas. Sus vidas entrecruzan en el café “La Delicia” de la repugnante y gritona doña Rosa, el bar “Aurora” del anarquista y veterano del ejército republicano Celestino Ortiz (que puso ese nombre al bar porque es gran admirador del libro Aurora de Nietzsche, que lee como si fuera la Biblia), y la “casa de citas decente” de la Celia Vecino, viuda de Obdulio Cortés. La señorita Elvira, “buscona asidua del café de doña Rosa” (según el Índice de Personajes en esta edición) tiene un sueño/pesadilla donde unos enanos se masturban y un terrible tigre se le lanza encima y se convierte en gato-amante. Otros momentos memorables incluyen cuando don Roque, médico, y su hija Julita se cruzan en la escalera de la casa de citas de Celia (donde a Roque le espera su querida de turno, y Julita acaba de dejar a su amante), y cada uno inventa una excusa para estar allí; la rabia y orgullo de Petrita cuando decide aceptar prostituirse para ganar dinero para curar a su novio, que está en cama con tuberculosis; la muerte de la anciana Margot, madre de el mariquita de 53 años Julián Suárez, “la Fotógrafa”, aparentemente estrangulada pero no se sabe por quien, y la noche que pasan “Fotógrafa” y su amante Pepe el Astilla en carcel. Entre más de cien personajes con nombre y señas, no hay uno cuya historia toma precedencia sobre las otras, pero la que se destaca un poco más (y concluye la novela) es el de Martín Marco, “un hombrecillo desmedrado, paliducho, enclenque, con lentes de pobre alambre sobre la mirada”, que raras veces tiene un duro (cinco pesetas), ni tiene trabajo ni carrera, pero escribe poesías y tiene una idea vaga de ser escritor, y al final de la obra está buscado por la policía, posiblemente por haber militado en el FEU (Federación Española, o Estudiantil (?), Universitaria) durante la II República. 20040716
Cercas, Javier. Soldados de Salamina. Barcelona: Tusquets Editores, 2001. 209
No tiene nada que ver con la batalla de Salamina (entre áticos y persas, 480 a. de j.c.), pero sí con los finales días de la República en España, y especialmente el frustrado fusilamiento de un fundador de la Falange, Rafael Sánchez Mazas, por los milicianos en desbandada. Al final Cercas encuentra a un viejo veterano, Antoni (o Antonio) Miralles, que pudo haber sido el miliciano que se negó a matar al falangista fugitivo cuando lo encontró escondido en el bosque; sea él o no ese miliciano, el hombre sirve a Cercas para dar un viraje hacia la izquierda de buenas intenciones, elogiando a ese veterano de todas las guerras (luego de la de España, se alistó en la Legión Extranjera francesa, combatió en el Magreb, luego fue parte de las fuerzas voluntarias de LeClerc, que rechazó el gobierno de Vichy, y así luchó en Libia y luego estuvo entre los primeros a entrar París liberada). Para Cercas, ese viejo Miralles representa la verdad de una famosa frase del facho José Antonio Primo de Rivera, que solía decir que en última instancia siempre ha sido un pelotón de soldados que ha salvado la civilización. Para Cercas, Miralles y su pelotón luchando en Libia y Francia salvaron la civilización de los que pensaban como Primo de Rivera. Un libro muy elogiado en España, a pesar de sus muchas divagaciones, quizá porque ayuda entender como las pequeñas decisiones se suman para producir o resolver los grandes conflictos. (2002/1/3)
Cervantes Saavedra, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Edición curada por Juan Alcina Franch. 1981 ed. 2 vols. Vol. 1. Barcelona: Bruguera, 1605. 659 pp.
Comiquísimo. Está escrito en un lenguaje sencillísimo, salvo en los discursos donde la complicación es en sí el chiste, como en las películas de Cantínflas. El tema es la locura de la gente que, como don Quijote, toma la ficción por la realidad. Claro, ese fenómeno ya no puede ocurrir en nuestra era iluminada, ¿no es cierto? Pero el lamento del Cura y el Canónigo sobre la mediocridad del arte comercializado sí suena contemporáneo. (00/7/24)
Coelho, Paulo. O Alquimista. Rio de Janeiro: Editora Rocco Ltda., 1999. 247 First published 1988.
Muy simple portugués, muy simple la historia. La tónica recuerda Le petit prince de Antoine de Saint Exupéry, pero el mensaje es más materialista : puedes conseguir cualquier cosa que quieras, si lo quieres de verdad. En este caso, el “rapaz” (chico), humilde pastor en España, quiere riquezas y mujeres. ¡Qué original! La consigna, repetida varias veces, es, “Tudo é uma coisa só,” o “Todo es una misma cosa”. Quiere decir que el universo es una sola máquina en que toda pieza apoya el funcionamiento de lo todo. Lo único que tienes que hacer es insertar tus deseos en esa máquina y, mágicamente, todo el universo conspirará para cumplir tu “lenda pessoal” (“leyenda personal”, o sea, tu destino o mito particular). Así, ¡a desear se ha dicho! Si no consigues tu deseo, es que no estás deseando con suficiente fuerza. (00/9/1)
Compán, Salvador. Cuaderno de viaje. Planeta, 2000.
En España en 1874, un joven escritor idealista viaja desde Madrid al remoto y rústico pueblo de Aroca, cerca de Cazorla en Jaén, para escribir las memorias falsas para un pariente rico y corrupto. Para salvar su consciencia, se propone escribir en secreto una novela que contará la verdad, pero los dos proyectos se sabotean mutuamente y al final nos deja sólo este cuaderno de notas sobre la tenebrosa y vergonzosa historia familiar. Es una saga de extrema violencia y expoliación de parte de unos hombres sin ley, Saturio Seisdedos y su hijo Elías — “los Saturios” — que acumulan la riqueza familiar; de la continua humillación de Cándido Espejo, el que quiere borrar su verdadera vida a través de las memorias falsas, por parte del hijo de Elías, el refinado y arrogante Rafael Seisdedos; y finalmente de la autodestrucción de Rafael, a cause de su obsesión con una joven y hermosa puta. Hay algunos misterios que se aclaran, y uno que no– ¿quién mató cual cerdos de leche a los dos Saturios? El autor contextualiza su historia tras repetidas referencias a las luchas nacionales entre el liberalismo y el autoritarismo, entre la guerrilla contra la ocupación francesa (en que participan los Saturios) hasta la disolución de la primera República en 1874, y con el contraste entre la brutalidad del despotismo rural con el aburguesamiento y relativa sofisticación de las urbes (hay escenas en Madrid, Jaén y Úbeda). Nos presenta algunos personajes memorables, especialmente los monstruosos “Saturios” y, al otro extremo, la innocente y tierna puta Ana Barcena. Lo que no vunciona bien es la estructura de la novela, que es más un ensamblaje de piezas dispares que un todo coherente. Hay pequeños episodios que no van a ninguna parte y tampoco apoyan las otras piezas de una manera evidente (la muerte de una mula de la diligencia que va para Aroca, las ilusiones amorsas del narrador con diversas mujeres que apenas conoce, las declaraciones furibundas del sacerdote rufián e hijo bastardo de Elías Seisdedos, etc.) y muchas conversaciones y reflexiones que tampoco avanzan la historia. Fue por esta razón, creo que varios lectores de nuestro club abandonaron el libro antes de llegar a su parte más intensa, que viene como una sorpresa hacia el final: el amor de Rafael Seisdedos por Ana Bárcena — si se puede llamar “amor” a una obsesión que no permite ninguna autonomía de parte de su objeto. Es tan impactante este episodio que casi borra de la memoria del lector, como se borra de la novela misma, al instigador original del viaje del escritor, Cándido Espejo. Total que el aspecto más interesante es la ilustración de un esfuerzo por escribir la historia como falsedad y la ficción como historia real. 12 mayo 2005 (selección del Club de Lectura de la Biblioteca de Carboneras)
Cortázar, Julio. Libro de Manuel. Barcelona: Bruguera, 1981.
Cortázar escribió esta novela, la más abiertamente política de toda su obra, en Paris y Saignon (Provence), 1969/1972, incorporando noticias de los diarios franceses y sudamericanos en las experiencias de los personajes. Se trata de un grupo de jóvenes argentinos, apoyados por algunos sudamericanos (un panameño, un chileno, uno o dos brasileños) y un par de franceses, que forman la Joda, para luchar contra las dictaduras militares sudamericanas y la dictadura de la burguesía francesa de diversas maneras atrevidas y hasta absurdas (pegando gritos en los cines, por ejemplo). Su máxima empresa es mucho más seria: secuestrar al coordinador europeo de los servicios de inteligencia sudamericanos, para canjearlo por la libertad de presos políticos en Argentina, Brasil y otros lugares. Para realizar el sucuestro, necesitan hacerse pasar por zoólogos para importar a París un pingüino turquesa de Malvinas y unos peludos reales, con el verdadero motivo de hacer llegar escondidos en los contéiners US$25 mil en billetes falsos (fabricados por un viejo amigo en Córdoba). Mientras preparan esta complicada hazaña, los padres del bebé Manuel, Patricio y Susana, recopilan recortes de los diarios principalmente sobre horribles abusos cometidos por fascistas sudamericanos, mezclados con otros artículos que dan testimonio de las absurdas pretensiones de la clase media en un libro para que Manuel, cuando sea grande, se entere de la época en que lucharon sus padres.
Otros personajes memorables son Marcos, el capo que planea la operación y tiene todos los contactos con cómplices franceses y de otros países; el que te dije, que parece ser el autor y que observa irónicamente su propia incapacidad de aportar mucho en esta aventura; Lonstein, “el rabinito”, que se mantiene al margen de la Joda pero a quien Marcos et al. confían sus planes y Susana su bebé (Manuel) mientras salen a enfrentar lo que podría ser su muerte; Ludmilla, una actriz polaca (le gusta leer a Ceslaw Milosz) que, como todos los demás personajes, habla una perfecta jerga argentina; Andrés Fava, argentino que no puede decidirse entre Ludmilla y su otra amante, la librera francesa Francine. Andrés tampoco logra decidirse, hasta el último momento, entre quedarse en casa con sus discos favoritos o incorporarse en la peligrosísima operación de la Joda.
El libro salió en 1973, año en que Susana lo compró y lo leyó, dejándomelo como recuerdo misterioso cuando, después de nuestro breve e impactante encuentro en La Habana, ella y yo tomamos vuelos para distintas partes en enero de 1974. Porque me lo había dado ella, tenía que leerlo, inmediatamente. Pero ¿qué puedo haber comprendido de tan extraño artefacto? Ni siquiera sabía descifrar las frases del rabinito y los demás. El pingüino, quizá. Perdí esa copia hace décadas, cuando perdí a Susana durante 3 años tristes. Recuperé a Susana, y más recientemente, en Montevideo, pude comprar otro ejemplar del Libro de Manuel. Ahora sí entiendo suficiente del hablar argentino, y de otras cosas.
Cortázar, Julio. Rayuela
(en Goodreads)
Chacón, Dulce. La voz dormida. Madrid: Alfaguara, 2002.
Es 1942, la II República española recién ha sido derrotado y Hortensia, antigua miliciana y guerrillera comunista, está presa en la terrible prisión feminina de Las Ventas en Madrid y encinta, mientras su marido sigue en la lucha armada clandestina. A través de ella, conocemos las vidas de muchas otras presas y de sus familiares angustiados. Un Consejo de Guerra la condena a muerte, postergando el fusilamiento hasta que dé a luz, y entonces el protagonismo pasa a su hermana menor Pepita — basada en una verdadera mujer del mismo nombre. Pepita no es de portar armas como su hermana, sino una muchacha asustadiza y despavorida que ni siquiera quiere saber del partido. Pero supera el miedo para hacer cosas muy atrevidas, primero para apoyar a su hermana, después para criar a la hijita que ésta le deja, y por muchos años para ayudar a un novio que casi nunca puede ver, un temido jefe guerrillero que cae en manos del régimen y dura decadas en prisión.
Fue la última novela de Dulce Chacón, que murió en 2003 a los 49 años. Para documentarse, trabajó más de cuatro años leyendo todo lo pertinente y recogiendo testimonios orales. Es una historia tremendamente impactante, una novela construida de episodios reales vividos pero callados durante y después de la dictadura de Franco.
Chambers, Aidan. 2001. Postales desde tierra de nadie. Traducción del inglés (Postcards from No Man’s Land) por L. J. Buil. Barcelona: Muchnik Editores.
En 1995, 51º aniversario de la batalla de Arnhem en Holanda, un chico inglés de 17 años, tímido pero curioso, viaja solo a Ámsterdam para conocer a Geertrui, la mujer que cuidó a su abuelo malherido en la batalla. Descubre un secreto de la familia y a un primo hermano, y adquiere confianza sexual y los principios de madurez frente a problemas de la vida. En el curso de sus averiguaciones, vemos muchas escenas de la Holanda actual y en las memorias dictadas por la moribunda Geertrui vivimos momentos de la famosa batalla (la mayor invasión aérea en la historia, de paracaidistas ingleses contra los alemanes, pero que terminó muy mal para los aliados) y sus secuelas para la población civil. Las descripciones de paisajes rurales y urbanas a veces son excesivas, y sobran personajes que aparecen por momentos y después no contribuyen a la historia. Ganó el Carnegie Medal por literatura juvenil, pero aparte de alguna información histórica o turística, será de escaso interés para el lector adulto. 2005-11-26
Dai Sijie. Balzac y la joven costurera china. Edición original: Balzac et la Petite Tailleuse Chinoise (Gallimard, 2000). Trans. Manuel Serrat Crespo. 10e, 2004 ed. Barcelona: Salamandra, 2001.
Dos adolescentes burgueses, remitidos por el maoismo a una aldea paupérrima en las montañas para “reeducación” mediante las labores del campo en los 60, encuentran a una joven y guapa costurera analfabeta a quien enseñan a leer y disfrutar los relatos de libros clandestinos (incluyendo traducciones de Balzac), que le dan ideas y ánimo para abandonarlos a ellos y a su abuelo el costurero para ir a hacer una nueva vida en la ciudad. La inmensa ignorancia y sugestibilidad de los campesinos, los sufrimientos de los jóvenes “reeducandos”, y sus fantasías adolescentes se describen detalles vívidos. La “reeducación” de jóvenes urbanos que era en realidad un intento de asnarlos, quitarles sus conocimientos y su tendencia de pensar independientemente. Fue una experiencia por la que pasó el mismo Dai (nacido en 1954 en Fujian, “reeducado” entre 1971-74), que aquí recuerda sin amargura, pero con algo de tristeza y mucho humor. 20070517
Delibes, Miguel. 1950. El camino. Barcelona: Ediciones Destino.
El camino de la vida que quieres seguir no es necesariamente el que te obligan a tomar, descubre un chico de 11 años en un pueblo pobre en el norte de España, circa 1945-50. David, “el Mochuelo”, tendrá que abandonar el pueblo mañana, porque su padre el quesero ha decidido que debería estudiar en una escuela de frailes en la ciudad, “para progresar” – es decir, para llegar a ser algo más que su padre. Y el chico pasa su última noche en su querido pueblo recordando todo lo que ha visto, sentido y aprendido. Los recuerdos del chico de sus travesuras junto a sus amiguitos el Moñigo y el Tiñoso, de la piedad egoísta de la Guindilla Mayor (las “Guindillas” son tres hermanas solteronas y desagradables), la Lepóridas (otras hermanas, todas con labio de liebre), el Manco, el cura don José, “que era un gran santo”, et al., forman un retrato simpático, triste y cómico de ignorancia e inocencia de la España rural. La escena que me hizo reír más era el romance, provocado por una carta falsa escrita por los chicos, entre la ignorante y furibunda Sara, hermana mayor y flagelo del Moñigo, y el pretencioso y poco apuesto maestro de escuela apodado el Peón. Pero la caída de su castidad puritana de la Guindilla Mayor, y la muerte de un compañerito del Mochuelo, son también memorables. Afortunadamente, Delibes no se limita estrictamente a los recuerdos del niño, sino también nos hacer entrar en los pensamientos de otros personajes adultos – la Guindilla, el Manco, y otros – para rellenar el contexto de esta simple historia del chico. 060124
Delibes, Miguel. La hoja roja, Biblioteca Básica Salvat de Libros RTV. Salvat Editores, S.A. con la colaboración de Alianza Editorial, S.A., 19??
Un anciano que sólo espera la terminación de su vida encuentra a una jóven que no sabe cómo empezar la suya. La Desi es más bruta que la pila de un pozo (como le dice una amiga) cuando llega de su pueblo y empieza a trabajar como criada del viejo Eloy, que repite continuamente que le “ha salido la hoja roja” (del librito de papel de fumar, que advierte que sólo quedan cinco hojas), y el decir de un amigo de juventud de que la jubilación es la antesala de la muerte (y que ese amigo se había ido hace más de 20 años sin guardar antesala). El viejo, tímido toda su vida de 70 años, hace esfuerzos por reconectarse con antiguos compañeros de trabajo (53 años en aseo urbano), del club de fotografía, y cuando éstos lo rechazan, finalmente con su hijo en Madrid, donde ve que es un estorbo. La Desi, que se considera vieja porque soltera a los 20 años, hace todo lo posible por comprometer a casarse a un chico de su pueblo tan bruto y hasta más cerril que ella, cuando éste llega a la ciudad para la mili (servicio militar); pero el chico (“el Picaza”) sólo quiere aprovechar de ella (para el lavado de ropa y las relaciones sexuales, que ella no concede) y finalmente comete una locura tan grave (degüella a una mujer en la calle porque le mentaba la madre porque él le había tirado una rata muerta a la cara) que termina en un calabozo militar, haciendo añicos las ilusiones de la chica. Al final el viejo Eloy y la Desi aceptan que se necesitan mutuamente, y él le propone el matrimonio.
Escenas memorables: nochebuena, cuando el viejo le manda a la chica a comprar una botella de clarete, se emborrachan (con muy poco) y empiezan a cantar y hasta bailar (torpemente) las canciones de boda que la Desi recuerda de su pueblo; Eloy en el cementerio, después del entierro de su último amigo de juventud, Isaías, lee las lápidas de otros y recuerda las muchas historias de esas personas que las lápidas no cuentan; el bochorno del viejo cuando visita al hijo en Madrid y no puede hacer ni que el hijo se sonría ni que la nuera le diga “padre”; Eloy llevando a la chica al cine por primera vez en la vida de la joven. Todo ocurre en 1955 en un Valladolid donde nada cambia, salvo que en lugar de un rey (Desi ni siquiera sabe que significa “rey”) hay un Franco en los titulares que Desi, bajo la tutela paciente de Eloy, se esfuerza por leer. Libro muy sentimental, con un conmovedor retrato de la vejez y otro de la bruteza obstinada de la vida de pueblo, que hace más comprensible los delirios de los analfabetos aferrados a sus creencias ya sea en el Talibán o en otras partes. 2004.08.09
Díaz Domínguez, Carlos. 2006. Los impares de Sagasta. Mojácar: Arráez Editores, S. L.
Un hombre de 40+ años, muriendo en el hospital de Fuenfría (fuera de Madrid) sin contacto familiar ni más amigos que el vecino que le transcribe las palabras, recuerda el único episodio significativo de su vida: su enamoramiento de una chica a los 16 años (con quien paseaba por la calle Sagasta por el lado de los impares), y su pérdida de contacto con ella por timidez. Lo más interesante y lo más vivamente descrito es todo el contexto histórico de ese pequeño episodio personal: la muerte de Francisco Franco y las reacciones de un pueblo súbitamente soltado de lo que era su seguridad y/o su opresión, según cómo y quién lo miraba. Es un momento que casi obliga a uno a hacer cosas inéditas, o por lo menos hacer algo. Pero, obsesionado por su pérdida a los 16, este protagonista ha perdido toda otra oportunidad en la vida y no piensa en nada más que sus antiguas caminatas por los impares de Sagasta. 2006.12.06
Dueñas, María. El tiempo entre costuras, 1º ed. (Madrid: Temas de Hoy, 2009).
La historia de la modistilla atrevida que se convierte en espía es el frágil maniquí en que María Dueñas cuelga escenas y personajes de Madrid, antes y después de la guerra civil, de la pacífica Tetuán alejada de esa guerra, y de Lisboa como terreno contestado por alemanes e ingleses durante la segunda guerra mundial. Las aventuras de la guapa pero inculta joven Sira Quiroga, transformada en la elegantísima y coqueta Arish Agoriuq para recabar inteligencia para MI6 a través de las esposas de los militares y políticos alemanes, son cada vez menos verosímil, y el final es tan imposible que provoca risa, pero mientras tanto, el lector se divierte con personajes estrafalarios como Candelaria la matutera en Tetuán y Sira/Arish ella misma, una espía de mil trucos improvisados. Ver nuestra reseña en Lecturas y lectores, La modistilla atrevida.
Durón, Rodolfo. Aventuras galantes de un chofer particular. México: Librerías Teocalli, 1982.
Pornografía social. Lauro Castillo, el chofer cuyo falo está siempre enhiesto, cuando no erguido o, muy muy brevemente, fláccido, pretende chantajear al millonario don Armando y coger a su esposa e hija. Armando cuenta (a su esposa!) de su amor con la obrera Ofelia (madre de Lauro): “Ofelia me mordía y chupaba codiciosa mi pene, y yo metía mi lengua dentro de su vagina, mientras mis ojos contemplaban la curva de sus nalgas prisionando mi rostro que apenas podía respirar,” etc. Lauro resulta ser hijo bastardo de Armando y Ofelia; se se enamora de Clara. Todas esas complicaciones el autor resuelve de la manera más simple: en las dos páginas finales, la amante abandonada por Lauro, Dolores, mata a balazos a Lauro y Clara. (1982.10.28)
Eslava Galán, Juan. En busca del unicornio. 2001 ed. Barcelona: Planeta, 1987.
Se imagina Castilla antes de la caída de Granada y los viajes de Colón, y como hubieran sido los primeros contactos de cristianos blancos con la Africa negra. El narrador, Juan de Olid, por orden del rey Enrique IV, sale en 1471 como capitán de un partido de ballesteros y con una supuesta doncella y un fraile, para buscar un cuerno de unicornio, que el rey supone que le curará la impotencia sexual. Hay episodios violentos, tiernos y cómicos en una epopeya que dura 17 años en Africa, y cuatro más en Portugal y España hasta que Juan, el único sobreviviente de la expedición, puede finalmente depositar el fragmento de cuerno de rinoceronte en la tumba del difunto Enrique IV, muerto suponemos sin recobrar la ansiada virilidad. Está contado en un castellano pseudoarcáico, y con la mezcla de ingenuidad y determinación de Don Quijote y Sancho Panza juntos. Aunque el propósito del viaje sea absurdo y cómico, crea pretexto para dar una idea de lo que sufrieron los conquistadores españoles de verdad, los que fueron a América.
La mula por Juan Eslava Galán
Evaluación: 3 de 5 *
Algo un poco diferente sobre el tema ineludible en España, la Guerra Civil de 1936-39: Aquí la vemos desde los ojos y las experiencias de un humilde cabo acemilero en el ejercito Nacional (es decir, de los insurgentes de Franco). Dedicado “A mi padre, herrador y acemilero en la Guerra Civil”, seguramente es un libro que Eslava se sintió obligado a escribir, para entender, primero, cómo un pobre peón de Jaén (zona republicana por excelencia) podría sentirse tan “de derechas” que se pasa del ejército republicano al nacional, y cómo podría entender los horrores, las injusticias y las muchas cosas absurdas que ve y vive en esos tres años. La mula que él tanto cuida y ama tiene poco que ver con la historia, salvo como pretexto de su ilusión por salir de esa guerra un poco mejor (con una buena mula) que cuando entró. Está contada con todo el humor que ya sabemos esperar de Juan Eslava Galán, y sin exagerar permite que los mismos oficiales nacionales y el mismísimo Generalísimo Francisco Franco se auto-satiriza.
Flaubert, Gustave. Madame Bovary. Mœurs de Province. 1856. Éditions Gallimard, 2001.
Édition présentée, établie et annotée par Thierry Laget. Préface pp. 8-42; Roman, 47-446; Dossier (Chronologie, Notice, Bibliographie, Notes) 449-513.
Emma Roualt, una muchacha bonita criada en el campo, sin ninguna experiencia real del amor pero adicta a novelas románticas, se casa con un médico rural (Charles Bovary) que le aburre, y (después de otras tentativas de adulterio que no resultan) se deja seducir por el señorito rico de Yonville hasta que él — asustada por sus demandas cada vez más extremas — la abandona, y luego por un tímido aprendiz de notario en Rouen, gastando tanto para esta aventura (hoteles y restaurantes caros, nuevos vestidos, regalos para el amante) que arruina a su marido (que no sospecha nada) y agota sus posibilidades de seguir viviendo así, y, como no soporta la idea de vivir de otra manera, se suicida. Las descripciones de los personajes y paisajes de “Tôstes” y “Yonville” (pueblos ficticios) y de Rouen son agudas y muchas veces cómicas, y Flaubert te hace sentir la pasión, la vergüenza y humillación y todas las otras emociones de Emma, de Charles, de cada uno de los amantes, y hasta del ridículo y pretencioso farmacéutico Homais. La manera de hablar de cada uno está claramente diferenciada. El ejemplo más extremo del contraste de discursos se da en el capítulo sobre “les comices” (la feria rural en Yonville), cuando el señorito Rodolphe Boulanger seduce a Emma con un discurso melancólico, filosófico y absurdo (básicamente, que a pesar de toda su riqueza y sus privilegios, se siente desesperadamente solo porque nadie realmente lo comprende) mientras el representante del prefecto del distrito trata de seducir a todos los campesinos con un discurso burocrático, grandilocuente e igualmente absurdo. Flaubert se ha cuidado mucho del ritmo y sonido de sus oraciones, variándolos según la emoción que quiere inducir en el lector. Por eso, si puedes, merece el esfuerzo leerlo en su versión original, en francés.
Fontanarrosa, Roberto. El Rey de la milonga y otros cuentos. Narrativa Argentina. 5a ed. Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 2007.
El cuento del título, “El Rey de la milonga” y “Una interesante observación sobre las narigonas” son los más cómicos de los chistes alargados en esta colección. Quizás me impresionaron porque son los más sociológicos, para decirlo así. El “Rey de la milonga” nos revela todo un estilo de vida y de ilusiones en la vida nocturna de Buenos Aires; la “observación sobre las narigonas” es un análisis de una dinámica de conversación muy típica entre hombres en un bar, donde todos se cuidan de mantener el equilibrio, esquivando cualquier tema de gravedad que pudiera sacudir ese equilibrio. Los demás cuentos son más simples y previsibles, pero casi siempre genialmente contados.
Fuentes, Carlos. 1959. Las buenas conciencias. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Las “buenas conciencias” — o sea, la hipocresía y la autocomplacencia de la burguesía provinciana — triunfan sobre la juvenil rebeldía de un muchacho idealista en Guanajuato, c. 1946. Fuentes se permite entrar en las cabezas no sólo del muchacho conflictuado, Jaime Ceballos, sino también en las de la gente que lo oprime y lo sofoca (sus tíos, que lo están criando), las dos personas fuera de su círculo social que le muestran otras posibilidades, y del pobre cura Obregón, que resulta ser un hombre más inteligente y complejo de lo esperado. Hay descripciones bellísimas de Guanajuato, de las pasiones y frustraciones de esos burgueses, y de cómo pasa el tiempo en una ciudad de provincia — como en el capítulo 4, que empieza “Cada año de la vida…” Al final, es un estudio sociológico de un caso inventado pero realista, triste y muy creible y, en muchos momentos, muy conmovedor.
Fuentes, Carlos. La muerte de Artemio Cruz, Lecturas Mexicanas. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1983.
Muestra como se institucionalizaron la corrupción y la injusticia en México desde la revolución, a través de la biografía de Artemio Cruz (n. 1889, m. 1960) que, en su lecho de muerte, recuerda episodios de su vida. Hombre alto (1,85 m.), fuerte y buenmozo (ojos verdes, pelo crespo) en su juventud, es una mezcla de gran audacia y egoismo materialista, siempre buscando la mejor manera de salvar el pellejo y enriquecerse. Como teniente carrancista en 1915, huye las balas villistas y abandona un soldado suyo herido, pero (por un malentendido) es aplaudido como heroe; luego de la guerra, recurre a mentiras y chantaje para obligar al viejo hacendado reaccionario Gamaliel a darle su hija en matrimonio y control de sus tierras; entonces manipula y defrauda a los campesinos; electo diputado, traiciona al presidente de la República para alinearse con otro más fuerte; llega a ser dueño de un poderoso periódico que hace y destruye carreras políticas, fulmina contra los “comunistas” y apoya la venta de las riquezas patrias a los norteamericanos siempre que le paguen la comisión elevada que exige. Ya viejo y feo, compra la compañia de una joven para vacaciones, y más viejo actúa como rey, “el momia de Coyoacán”, para ofrecer en su enorme casa una cena y baile costosísimo para ostentar su poder. Ha amado y perdido a tres mujeres: Regina, que viola violentamente durante la revolución pero que llega a quererlo y luego es muerta por los enemigos; su esposa Catalina, que lo repudia, por haber humillado a su papá (don Gamaliel), y Laura, mujer inteligente y madura, separada (o divorciada?), que Cruz pierde porque teme romper abiertamente con su esposa. También quiere a su hijo Lorenzo, que, creyendo imitar al padre que supone revolucionario heróico, a los 17 años va a luchar por la República en España y muere en la fuga hacia Francia. Sólo en la experiencia de Lorenzo en España, y en las últimas páginas donde vemos la niñez de Cruz y aprendemos que es hijo bastardo de otro hacendado y de una sirvienta mulata, nos apartamos del punto de vista de AC.
Los cambios de tiempo, la fragmentación de la narrativa y la falta de indicación clara de quién está hablando hacen muchas veces difícil la lectura. Las descripciones de objetos y acción son realmente impresionantes.
García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Bogotá: Editorial La Oveja Negra, 1980. 347 Primera edición, 1967.
Sobre esta novela fundamental de la literatura latinoamericana y mundial del siglo XX he escrito todo un libro. Vea mi Monarch Note, editado por Barnes & Noble Books, 1987, 1998.
García Márquez, Gabriel. 1994. Del amor y otros demonios. New York: Penguin Books.
Un fraile exorcista se enamora de una niña supuestamente poseída por el demonio en Cartagena de Indias, s. xviii; en realidad la niña Sierva María, hija del bruto y pusilánime Marqués de Casalduero y una mujer que odia a los dos, se ha criado entre los esclavos negros de la casa y sus demonios no son otra cosa que las costumbres y lenguas africanas. La historia surge del descubrimiento por GGM en 1949 del cadáver de una niña con pelo muy largo en una cripta antigua que se está derrumbando.
García Márquez, Gabriel. Memoria de mis putas tristes. Barcelona: Mondadori, 2004.
Al llegar a sus 90 años, un hombre que nunca ha querido dejar de ser adolescente, que nunca se ha animado a amar ni formar otro compromiso, ni mudarse de la casa donde se crió, ni tratar el trabajo (un periodismo nada serio) como otra cosa que el juego, se sorprende enamorándose locamente de una jovencísima puta (tiene 14 años) sin llegar a conocerla ni siquiera despertarla — porque cada vez que la ve, está dormida. Ese amor de fantasía le cambia lo que le queda de vida, y su periodismo se convierte en notas amorosas; finalmente la vieja proxeneta Rosa Cabarcas le dice algo que ni sospechaba,
–Ay mi sabio triste, está bien que estés viejo, pero no pendejo –dijo Rosa Cabarcas muerta de risa–. Esa pobre criatura está lela de amor por tí.
Salí a la calle radiante y por primera vez me reconocí a mí mismo en el horizonte remoto de mi primer siglo. … Era por fin la vida real, con mi corazón a salvo, y condenado a morir de buen amor en la agonía feliz de cualquier día después de mis cien años.
Es un cuento alargado, sin la complejidad ni las caracterizaciones de las grandes novelas de GGM. Una reflexión irónica sobre la vejez, y quizás un experimento en imaginar a un hombre completamente opuesto al autor, que sí ha sabido comprometerse con el amor, el oficio y el mundo.
González Ledesma, Francisco. Crónica sentimental en rojo, 1ª ed. (Barcelona: Planeta, 2001).
Un esbozo sociológico de Barcelona, en una trama complicada donde se interesecan vidas de diversos mundos sociales que normalmente no se tocan. La historia que los une es un complot truculento ideado por unos ricachos para preservar su patrimonio a toda costa, un complot absurdamente complicado e inverosímil elaborado a través de escenas urbanas simples y convincentes. Hay personajes más o menos olvidables, como Olvido, la juez que después de su primera presentación ostentosa casi se desaparece de la historia. Otros que están solamente para mostrarnos otra faceta de la vida urbana, aunque aportan poco a la historia, como los periodistas que pasan el tiempo gastando bromas, o el abogado más o menos honrado que ha perdido toda fe en la ley, o el médico experto en curar que se encuentra tan cansado y aburrido de su rutina que contempla matar, el ex-campeón de boxeo que de repente descubre otra vida de arte, libros y lujo, y otros, cada uno representativo de algún tipo social urbano. El personaje central, sin embargo, es una figura fantasiosa, un bofia que difícilmente podría corresponder a ningún policía de verdad, tan peculiar en sus hábitos, tan desaliñado que repugna a todos que lo encuentran, y tan viejo que apenas puede correr, pero sin embargo tan astuto como Sherlock Holmes: el inspector Méndez. Es éste que resume la actitud del autor en toda la novela cuando dice,
Yo creo en cuatro cosas malolientes y angélicas: una ciudad, unas calles, una cierta cultura urbana, una cierta lógica de la noche. (pág. 224)
Gordon, Noah. El médico. Tr. Iris Menéndez Madrid: Summa de Letras, 2003. Título original: The Physician. © 1986, Noah Gordon.
En el siglo xi, un inglés frustrado por sus pobres conocimientos de salud como cirujano barbero, viaja hasta Ispahán en Persia para estudiar con el más sabio médico de la época, Ibn Sina (“Avicenna” para los occidentales), haciéndose pasar por judío par poder llegar e ingresar en el maristan — un hospital y facultad de medicina islámica dirigida por Ibn Sina — y pasando mil aventuras y peligros, hasta finalmente huir de Ispahán y volver a su Londres natal, donde lo sospechan de brujería o apostasía y huye de nuevo, esta vez a la familia de su mujer en las remotas montañas escosesas, donde ofrece su inmensa sabiduría médica a los pastores de ganado avejuno y sus animales. Como explica el autor en un epílogo, los únicos personajes documentados históricamente son el famoso Ibn Sina y su asistente Al Juzjani, y tampoco abundan datos sobre la vida cotidiana, ni en Europa ni en Asia, en el siglo xi, así que todo es producto de un enorme esfuerzo de la imaginación. Y está muy bien. Ayuda al lector imaginar esos tiempos y esos lugares, instruye mucho sobre esa etapa de la medicina cuando la ciencia basada en observación directa tenía que luchar contra los mitos transmitidos por los textos sagrados, y humaniza decenas de personajes de muchas culturas, especialmente los cristianos ingleses, los judíos sin nacionalidad, los persas, y finalmente los escoseses de las tierras altas (“highlands”), también cristianos pero mucho menos dogmáticos. La novela es larga, pero si hay que acompañar a algún personaje por casi mil páginas, el cirujano barbero convertido en hakim, o médico con título del maristan de Ispahán, Robert Jeremy Cole, es un compañero muy simpático e interesante, un hombre generoso, solidario, persistente y, especialmente, deseoso para aprender todo lo que pueda.
De regreso a Londres después de sus aventuras en Persia, y después de salvar a un judío de una paliza por 2 marineros ingleses borrachos, Rob J. Cole toma vino y reflexiona sobre todas las personas ahora difuntas que han ayudado a formar su vida:
Era el hijo de su padre y sabía gozar de la bebida cuando se entregaba a ella.
No; la transformación ya había teido lugar: era Nathanael Cole [su padre, carpintero analfabeto]. Era papá. Y de alguna extraña manera sabía que también era Mirdin [otro hakim, un judío que llegó a ser su gran amigo y protector] y era Karim [un persa, también hakim y amigo de Rob. Y Ala y Dhan Vangalil [gran siderúrgico indio]. Y Abu Alí at-Husain ibn Abdullah ibn Sina (oh, sí, era sobre todo Ibn Sina)… Pero también era el gordo salteador de caminos al que matara años atrás y aquel hombre piadoso e insignificante el hadji Davout Hosein…
Con una claridad que lo entumeció más que el vino, supo que era todos los hombres y que todos los hombres eran él, y que cada vez que combatía al maldito Caballero Negro estaba combatiendo por su propia supervivencia, sencillamente. Solo y borracho, se percató de ello por primera vez. [p. 932]
Greene, Graham. El tercer hombre. The Third Man, 1950. Trad. Barbara McShane y Javier Alfaya. Madrid: Alianza Editorial, 2001.
Harry Lime, un hijo de puta inteligente y encantador, invita engañosamente (haciéndole creer otra cosa) a Rollo Martins, antigua víctima de sus travesuras en colegio, a participar en fechorías más siniestras del estraperlo de penicilina (con consecuencias mortales) en Viena en la posguerra (1948); pero cuando llega Rollo, descubre que Harry ha muerto en un extraño accidente de tráfico. La historia central es el descubrimiento por el torpe pero persistente Rollo de la falsedad del que creía un gran amigo; la atmósfera es de una Viena medio destruida, ocupada y dividida en la superficie por sus vencedores (ingleses, norteamericanos, franceses y rusos, cada sector con su policía y reglas) pero unida bajo tierra por el gran sistema de alcantarillado, en un invierno frío.
Como dice Greene en la introducción a la edición de 1976, “El tercer hombre no fue escrito para ser leído, sino para ser visto” — como base para el guión que le había encargado Alexander Korda. No lo publicó hasta un año después de que saliera la película, The Third Man (1949), con Joseph Cotten como Rollo Martins (con el nombre cambiado a “Holly”) y Orson Welles como Harry. Esta intención cinemática seguramente explica porque Greene pone más atención a la atmósfera y la luz de Viena que a explicar la lógica del complicadísimo compló de Harry Lime o a desarrollar los otros personajes (la actriz y ex-amante de Harry, otros conspiradores, el policía inglés que narra la historia). En breve: funcionó muy bien como guión de cine (magistralmente dirigido por Carol Reed), pero como literatura es meramente una curiosidad y ligera diversión.
Jarnés, Benjamín. Elogio de la impureza. Invenciones e intervenciones. Colección Obra Fundamental. Ed. Domingo Ródenas de Moya. Madrid: Fundación Santander Central Hispano, 2007.
Selección de escritos publicados o escritos entre 1925 (“Paula y Paulita”) y 1937 (“Discurso a un combatiente”, antes inédito) por el escritor de vanguardia más admirado en España ca. 1929, y después repudiado u olvidado por su falta de compromiso con uno u otro bando en la guerra civil — creía en la república, eso sí, y la sirvió como oficial del ejército, pero rechazaba todo dogma, falangista o marxista. Las descripciones de lugares y de estados de ánimo son deliciosas y convincentes, de un gran sentido de humor envuelto en gran erudición con metáforas sorprendentes pero que parecen exactas. Para una nota más extensa, incluyendo un resumen de su “novela” más famosa (en realidad, 3 cuentos posiblemente con el mismo narrador), El profesor inútil, pulsa el blog Arlequín de palabras de 2007.09.08.
Jiménez, Blas R. El Nativo (Versos en cuentos para espantar zombies). Santo Domingo: Editora Búho, 1996. 70 pp.
En 20 versos cortos, Jiménez presenta impresiones de la historia dominicana, desde el punto de vista de un imaginado observador negro sabio y sardónico. Mi favorito es Núm. 14, que empieza así: “Cuando el hijo del general trajo la moda de los espejuelos oscuros. … Cuando la intelectualidad era cómplice y culpable.” Dedicado por el autor, en la Librería La Trinitaria, 011602
Khadra, Yasmina. (2003). Las golondrinas de Kabul. Madrid, Alianza Editorial.
En Kabul destruido por la guerra y gobernado por los talibán (1996-2001), un carcelero se amarga con el régimen porque no quiere repudiar ni puede curar a su mujer moribunda, y pierde los estribos totalmente cuando se enamora de una joven viuda condenada a muerte por lapidación, y su mujer se ofrece para cambiar lugar (bajo burka) con la condenada para que ésta se salve y se haga su mujer. Kabul un lugar miserable, donde los talibanes te cruzan la cara con fusta si te ríes en la calle o faltas a la mesquita, las mujeres están totalmente encerradas en sus casas o bajo sus burkas, y hasta hombres educados y decentes se suman a la histeria de la lapidación; las únicas salidas posibles son la muerte o la locura. Los personajes son apenas esbozados, cada uno representando un tipo de sufrimiento o intolerancia violenta sin mucha complicación emocional o biográfica, y es casi imposible distinguirlos por su manera de hablar. Por lo tanto, las terribles experiencias que cuenta la novela parecen abstractas y no hacen todo el impacto en el lector que esas experiencias sugieren para ellos. (“Yasmina Khadra” es el seudónimo — nombre de su mujer — del ex comandante del ejército argelino Mohamed Moulessehoul.) Otra selección del Club de Lectura de la Biblioteca de Carboneras.
Laforet, Carmen. Nada, Clásicos Españoles. Madrid: El País, 2004.
Son dos historias: la de Andrea. huerfana de 18 años, criada en un pueblo, que descubre la vida urbana con sus posibilidades y peligros en Barcelona en la posguerra, y la de las pasiones locas de sus parientes en la muy decaída casa de la calle Aribau donde ella pasa sustos, hambre y sorpresas ese año. La tía Angustias, pía y represiva, oculta un terrible secreto de un amor ilícito, y ella y su hermano Juan se insultan mutuamente. Juan se cree pintor genial, y se pone violento cuando sabe que su mujer Gloria vende sus lienzos invendibles a un trapero y que sostiene la casa y su crío con las ganancias de juegos de naipes (hace trampitas) en el bar de su hermana. El otro tío de Andrea, Román, tormenta a su hermano Juan de mil maneras, incluyendo insultar a Gloria. Román es el personaje más siniestro: pintor mucho más talentoso que Juan y músico genial, usa sus talentos nada más para burlarse del mundo y herir a personas inocentes. Siendo dirigente importante de la República, cambió de bando a ver el éxito de los nacionales (bando de Franco) e hizo que el hermano también traicionara la causa; entonces él había aprovechado la huída de Juan para seducir a su mujer Gloria. Su turbia y destructiva carrera termina cuando cruza con la muchacha Ena, hija de una de sus antiguas víctimas y la mejor amiga de Andrea, que lo frustra en su último intento de herir. Publicado originalmente en 1944, cuando Laforet tenía 23 años, y ganó el primer Premio Nacional de Literatura. Presenta un vívido retrato de la Barcelona mal herida por la guerra y todavía sufriendo los resabios de esa violencia. Cf. Ruiz Zafón, Carlos. La sombra del viento para una visión mucho más reciente y fantástica (i.e., menos realista) de ese mismo lugar y tiempo.
Landero, Luis. El guitarrista. Barcelona: Tusquets, 2002.
Un escritor ya maduro, Emilio, nos cuenta de cómo a los 16 o 17 años intentaba convirtirse en guitarrista famoso para escaparse de su rutina de clases nocturnas y jornadas de aprendiz en un taller mecánico, y de la extraña relación con una mujer casada que no hacía más que confundirlo. Instado por su primo Raimundo, que dice haber hecho fama como tocaor y cantaor de flamenco en París, se lanza a una gira artística que resulta caótica y cómicamente desastrosa. Entre las otras personas que cruza brevemente por su vida, también hay un escritor que no escribe, por miedo de descubrir su falta de talento, un cantaor que ya no canta, un profesor de filosofía que enseña que, como creía Schopenhauer, vivir es mal negocio, y sus compañeros aprendices condenados por su propia falta de ambición e imaginación a seguir como peones explotados. El libro tiene sus momentos graciosos, pero al final no ha resuelto ninguna de las cuestiones que plantea, y la relación con la joven mujer de su jefe en el taller es como una fantasía borrosa.
Laso, Isabel (Úna Fingal). La canción del bardo. Playa de Ákaba, 2015.
En Dublín en 1916, el joven y atlético Olcán Finnegan combate ferozmente contra los ingleses en la insurrección de Pascuas, que deja gran parte de la ciudad destruida y muchos de los compañeros y héroes de Olcán muertos. Pero él sobrevive como uno de los muchos presos irlandeses, enfrentando la cadena perpetua o posiblemente el ajusticiamiento, cuando sus captores — impresionados por su fuerza física e inteligencia — le ofrecen otra opción, de servir en una brigada irlandesa del ejército del Reino Unido en Bélgica, en la gran guerra contra los alemanes. Lo tiene que pensar, y rápido: Servir así a los ingleses, ¿será una traición a su causa patriótica? O luchar contra los invasores de otro pequeño y católico país — Bélgica —, ¿no sería como defender a Irlanda? De esta manera Isabel Laso/ Úna Fingal nos muestra como se cruzan y se complican esas dos crueles luchas del siglo pasado, que plantea un insalvable dilema moral a este joven idealista, y lo pone en circunstancias que le obligarán a repensar muchas verdades hasta entonces incuestionables. Es un libro de mucha acción y gran emoción, y se lee muy rápido y con placer.
Mankell, Henning. La quinta mujer. Tr. Marina Torres. Andanzas. Barcelona: Tusquets Editores, 2000.
El famoso policía sueco Kurt Wallander, en la normalmente tranquila ciudad sureña de Ystad, enfrenta una serie de homicidios especialmente crueles y ostentosos que lo llevan a investigar la historia de mercenarios suecos en el Congo Belga en época de Kasavubu, Lumumba y Dag Hammerskjold, la homosexualidad oculta y el maltrato de mujeres. Pero el tiempo en Ystad en otoño es muy feo (aguanieve, frío, oscuridad), el equipo de policía está cansado, y la investigación avanza muy lentamente. Más grave aún, la prosa es lúgubre sin tregua, sin chispa de alegría o humor, lo que hace la lectura tan trabajosa como la investigación policíaca. La acompañé por más de 300 (de las 481) duras y deprimentes páginas, pero la verdad, ya no me interesa mucho la crisis de media edad de Wallander, ni la improbable asesina, ni bancar ni una página más del tiempo desagradable de Ystad. Supongo que al final resolverá el caso. (Otra selección del Club de Lectura de la Biblioteca de Carboneras.) 2007.04.28
Marai, Sándor. El último encuentro, 23rd ed. (Barcelona: Salamandra, 2004).
Vea “El imperio de la amistad”, 8 de abril de 2011, Lecturas y lectores
Martín, Luis G. (2002). El alma del erizo. Madrid, Alfaguara.
Cuentos que son realmente fábulas con sus moralejas irónicas. Martín es gran fabricante de situaciones conflictivas pero no muy complicadas, para iluminar temas como : la autenticiad y cómo venderla (“Bertrand Romaild”, donde “reality TV” es muy irreal); la generosidad y la venganza, el amor mal dirigido, y la arbitrariedad de categorías morales como ‘la belleza’. Son situaciones imposibles, casos extremos para destacar algún dilema, y como parábolas morales son interesantes y divertidos. Lo que faltan son personajes complejos y el diálogo que nos permitiría conocerlos. 20050425
Martín Moreno, Francisco. México negro: una novela política. México D.F.: Joaquín Mortiz, 1988.
Más historia que novela, sobre la explotación yanqui del petróleo mexicano, desde Porfirio Díaz a Lázaro Cardenas, y sus consecuencias políticas y sociales dentro de México. Basado principalmente en las investigaciones de Friedrich Katz y otros. Como historia, interesante, con retratos de varios personajes históricos (pero con fallas: habla continuamente del presidente “Woodward Wilson” y menciona “su generoso bigote”); como novela, muy muy lento. Los personajes ficticios están agregados pero no integrados en la historia, por lo menos hasta la p. 300, donde yo lo abandoné.
Martínez, Tomás Eloy. Santa Evita. Barcelona: Seix Barral, 1995. 394
Historia de la muerte de Eva Perón y de las andanzas de su cadáver embalsamado, en la custodia de unos militares obsesionados con ella y el cadáver. Lo único que tiene de ficción es quizás la estructura, que es más como novela que historia o biografía. Me gustó mucho, pero no para emular. Es otra de esas novelas donde el autor hace su propia producción de la obra parte del argumento.
Mateo, Andrés L. La balada de Alfonsina Bairán. Madrid: Alianza Editorial, 1999. 166
El protagonista es la luz en esta novela sobre algunos aspectos de la vida urbana durante el trujillismo. La ‘balada’ parece ser pintada más que contada. Como los lienzos de Vermeer, (cf. novela de Tracy Chevalier) las escenas sugieren toda una complejidad de emociones y relaciones por sus sombras, huellas y colores, sin tener que nombrarlas.
“El sol le hirió el pelo con un dorado de eternidad,” recuerda Alfonsina de su futuro marido Alberto Cuadra González cuando primero se conocieron. (14) “El sol refulgía con su penacho amarillo,” (24), “Las sombras la envolvieron, metida en su vestido de lunares verdes, habitada por el peregrinar del desconsuelo, sin poder darle una explicación a aquel malhadado momento que sobrevenía en el parque inundado de polen y de aves que se ocultaban entre las palmas.” 25
La historia sugerida es de una señora buena y dulce en la entonces Ciudad Trujillo, que se horroriza ante la violencia del régimen. Cuando los esbirros asesinan a su marido (quizás por algo subversivo que dijo en una aula de clases), emprende una larguísima, pacientísima y extrañisima campaña de venganza. Convierte el local donde su papá había tenido una tienda en burdel, para al final, después de años, destruir al matón, y el burdel, de una manera espectacular. Todo está contado en la voz de un joven, opositor del régimen y enamorado de una de la putas de Alfonsina, que gana la confianza de esta y descubre algunos de sus secretos. (Libro amablemente dedicado por su autor, en la Librería La Trinitaria, Santo Domingo, 16-02-2001) Para otras novelas sobre el trujillismo, vea Julia Alvarez, In the Time of the Butterflies y MarioVargas Llosa, La Fiesta del Chivo.
La ofensa by Ricardo Menéndez Salmón
My rating: 4 of 5 stars
El joven Kurt Crüwell, un hombre dulce y de excepcional habilidad manual, ambiciona nada más grande que heredar la sastrería de su papá en la pequeña y tranquila ciudad alemana de Bielefeld y casarse con su humilde y cariñosa novia, la mecanógrafa Rachel Pinkus. Pero el 1º de septiembre de 1939, “día en que Kurt celebrabra su vigésimo cuarto cumpleaños, un compatriota suyo apellidado Hitler ordenaba a su ejército adentrarse en el corredor de Danzig”, y estalla la Segunda Guerra Mundial. Y Kurt está reclutado por el Wehrmacht sin entender bien por qué ni para qué, y enviado a Francia como edecán y chofer de moto del Hauptsturmführer Löwitz. Allí se entera que su novia, que es judía, ha desaparecido (adónde, ni se atreve a imaginar), y también pierde contacto con sus padres. Pero lo más terrible es lo que presencia al lado del Hauptsturmführer, que en represalia por un acto de la resistencia francesa, hace quemar una iglesia con todo el pueblo adentro. En ese momento, Kurt se desmaya y pierde toda sensibilidad.
Exactamente cuáles son sus síntomas no está claro. Un médico y una enfermera franceses lo cuidan, junto con otros soldados lisiados alemanes, en un pequeño hospital en Bretaña, hasta que ocurra otra atrocidad, esta vez por la Resistencia francesa que vuela el hospital y mata a los pacientes alemanes. Pero Kurt se escapa y, con la enfermera, se hace una vida nueva en Inglaterra, haciendo creer que es francés.
El final del libro — un encuentro posguerra con unos nazis en Londres, incluyendo al ex-Hauptsturmführer Löwitz — deja muchas dudas. Algo muy grande ocurre en la vida de Kurt, pero ¿qué? El autor nos deja con la ambigüedad. Pero para mí, esa no-resolución no representaba un gran problema, porque el mérito del libro es hacernos reparar cómo gente tan normal y tan buena como el sastre puede ser llevada a participar, si sólo como testigos, de los más grandes horrores. Tan grandes que a uno le hacen perder toda sensación, de amor u odio o simple placer, porque la vida misma se hace insoportable.
Muñoz Molina, Antonio. 2001. El jinete polaco. Pp. 9-619 en Premios Planeta 1991-1992. Barcelona: Editorial Planeta.
Un hombre que se ha hecho intérprete de otras lenguas y ha rehuido de sus orígenes en la remota ciudad de Mágina en Jaén, donde nació en una familia campesina en 1956, reconstruye la historia de su ciudad y se resitúa en ella a través de los testimonios de conciudadanos, un archivo de fotos, y el encuentro inesperado y apasionado con la hija del que fue una figura clave en esa historia. Esa persona, el Comandante Galaz, fue tan audaz y decisivo como el protagonista es tímido y vacilante — tomó la decisión determinante que mantuvo esa ciudad leal a la República — pero guardó entre sus efectos personales una copia de la pintura “El jinete polaco” de Rembrandt, que quizás para él, como para el narrador, representaba la soledad digna y el distanciamiento de una ciudad que defendía. Fundamentalmente trata de la abrupta transición histórica de España y la casi imposible comunicación entre las generaciones de antes y después de la Guerra Civil. Está llena de pasajes descriptivos muy vívidos de los diferentes momentos de esa transición. La historia se desarrolla en la mente del intérprete, Manuel, en oraciones larguísimas donde muchas veces es difícil saber quién está hablando o en que país o momento histórico estamos, lo que dificulta mucho la lectura, especialmente de las primeras 100 páginas, antes de que llegamos a reconocer a los personajes nombrados por repetidas menciones. Hay muchas partes bellísimas y conmovedoras — el doloroso y aterrido parto del protagonista es una de ellas — pero la conclusión es bastante débil, porque nos recuerda la exasperante pasividad del que ha contado la historia: está aguardando con una bellaquería desesperada que venga su amante para arreglarle la vida.
Muñoz Molina, Antonio. Plenilunio. Madrid: Alfaguara, 1997.
A una pequeña ciudad andaluza llega el inspector (cuyo nombre nunca sabemos), veterano de la lucha antiterrorista en Bilbao, para enfrentar otro tipo de horror: el asesinato sádico de un niña. En el curso de su persecución del asesino, descubre su propia capacidad de afecto, congelada desde una infancia difícil y décadas de trabajo policíaco. El reencuentro con el anciano “padre rojo” Orduña, otrora director del colegio jesuita que lo había recogido cuando era “huerfano de guerra”, y una inesperada relación con una maestra de escuela que sabe penetrar su recia armadura emocional –Susana Grey, casi 20 años menor que él y harta de someterse a las expectativas ajenas–lo hacen encarar su pasado e imaginar un futuro posible diferente. Paralelamente se cuenta la historia del joven asesino, un muchacho de poca cultura y una enorme frustración sexual, que lo domina especialmente en el plenilunio. Y seguimos los desplazamientos del joven terrorista venido del norte para acechar al inspector.
El libro engancha por el suspense que crea al final de casi cada capítulo y que mantiene hasta el final, y ofrece personajes complejos, reconocibles y creíbles, con una intensidad psicológica digna de los grandes maestros del género como Raymond Chandler o Dashiell Hammet. O sea, es una novela de un género policíaco muy conocido, ligeramente contextualizada por la realidad histórica de España. La guerra civil y la represión franquista funcionan como la causa originaria del congelamiento emocional del inspector y la guerra contra ETA explica plausiblemente la crisis emocional de la mujer del inspector y su propio endurecimiento.
Tiene lugar en la misma ciudad provinciana (una versión de Úbeda) que su obra anterior, El jinete polaco. Pero aquí la historia es solamente el trasfondo para una trama de estructura ya muy conocida, mientras en la novela anterior, la ficción sirve para examinar la mucho más compleja historia real de a través de más de dos siglos. Por lo tanto, Plenilunio es mucho más fácil de leer y más entretenida que aquella, y de cierto modo menos interesante. 060418
Ultimo Minuto por Andrés Neuman
My rating: 3 of 5 stars
30 relatos muy cortos por un escritor muy joven (nació en 1977 y publicó este libro en 2001) y de muy ágil imaginación. En general, los personajes son o meras caricaturas o figuras casi sin atributos distintivos, pero la situaciones en que Neuman los ubica, y a veces las neurosis absurdas que los achacan, dan momentos de risa o asombro. Os recomiendo especialmente “Madame Nené”, que presentala confusión de un chico en instituto que insiste en creer que una maestra quiere seducirlo; “El discípulo”, una cruel y cómica sátira de las pretensiones de unos sesudos seudo-intelectuales, y “El postre”, que es simplemente delicioso. Los demás cuentos son casi todos amenos, y muchas veces imposibles (contando cosas que no podrían ocurrir fuera de los sueños), pero para mí sólo esos tres son memorables.
Neuman, Andrés. La vida en las ventanas. Madrid: Editorial Espasa Calpe, 2002.
Novela epistolar, donde un joven que se firma “Net” chatea en ordenador con una joven que nunca responde y tal vez no existe, para contarle su vida tímida y sus observaciones de personas más enérgicas. Observa sin intervenir como Xavi, su único amigo varón, un “poète maudit” equivocado de siglo, se autodestruye, y su madre y su hermana se independizan del patriarca insoportable, y la muchacha que inexplicablemente ha decidido tomarlo como novio toma todas las decisiones en su vida de pareja — mientras él se contenta de no hacer casi nada (aparte de un subempleo en una tienda de cortinas), siempre encontrando alguna excusa para chatear con su correponsal fantasma en lugar de actuar. El momento más divertido es cuando el autor mismo, un argentino llamado Andrés con las mismas señas de Andrés Neuman, entra en escena, pero su intromisión es breve y no afecta para nada la deriva de la vida de Net.
Ortiz, Lourdes. 1995. La fuente de la vida. Barcelona: Planeta.
Dos madrileños, inquisitivos pero pusilánimes, viajan a ciudades distantes — Cusco, el recién casado Ramiro, y Bucarest el periodista cuarentón y regordete Esteban — donde cada uno se liga con una mujer fuerte (Nelly la gringa en Cusco, Ródika la enfermera en Bucarest) que está en líos por su participación en el tráfico de niños, y después de un débil y totalmente ineficaz intento de rescatarlas, cada uno regresa a casa y a su rutina y mujer aburridas. O sea, a diferencia del típico héroe de aventuras, son burgueses normales que en el fondo no quieren cambiar sus vidas. En cuánto al tráfico de niños, nunca averiguamos que era lo que realmente pasaba en ninguno de los dos países, pero se intima que eran cosas bien feas. Las descripciones de las dos ciudades, Cusco y Bucarest, son las partes más interesantes. 2006-2-11
El Mapa del Tiempo por Félix J. Palma
Premio Ateneo de Sevilla (2008)
My rating: 3 of 5 stars
En Londres en 1896, la novela que H. G. Wells ha publicado el año anterior, La máquina del tiempo, ha estimulado tanto entusiasmo por la idea de viajar por el tiempo, que un promotor ha podido convencer a muchos de que — por un precio bien alto — los puede llevar a través de un “agujero en el tiempo” para ver la terrible batalla que decidirá el destino de la humanidad en el año 2000. El único que no se entusiasma es el mismo Wells, convencido de que los viajes temporales son una mera fantasía. ¿O no? El nuevo espectáculo siembra una duda.
Wells tiene que usar todo el ingenio de su fecunda imaginación para salvar a unos creyentes del desastre, para desenmascarar al promotor de los viajes por el “agujero del tiempo”, y finalmente para salvar su propia vida, o sus posibles futuras vidas, cuando de repente se encuentra en los universos paralelos en que no había creído, donde se ha alterado el cauce del tiempo.
Llegaremos a sentir con gran claridad la vida en Londres en 1896, desde las mansiones frente a Hyde Park hasta el barrio miserable de Whitechapel en el “East End”, y conoceremos a sus diversos moradores, incluyendo (a demás de Herbert George Wells) a “Jack el Destripador” y las putas que destripa, al trágico “Hombre Elefante”, a ricos burgueses y jornaleros pelagatos, y — brevemente — a los también novelistas Bram Stoker y Henry James. La novela está construida sobre la personalidad y vida de Wells (cuya biografía está presentada en quizás excesivo detalle), pero como él es un mojigato cuyas únicas virtudes son su imaginación y curiosidad, había que detenerse en muchos otros personajes (un cochero, un inspector de Scotland Yard, los ricos jóvenes burgueses, el mercachifle defraudador y los jornaleros, et al.), que funcionan principalmente para llenar el escenario en que se mueve Wells. Y está el autor mismo, que se interpone para recordarnos de su existencia, con frases como, “Y yo, que todo lo veo aunque no tengo el menor interés en ello, como ya les he repetido varias vedes a lo largo de esta historia, puedo confirmarles que…”
¿Existen realmente los viajes del tiempo? Pues sí, y esta novela es la prueba. Como el autor casi nos confiesa al final, el verdadero viajero del tiempo ha sido él, el constructor de la “máquina del tiempo” que es esta novela. Y nosotros sus lectores hemos sido sus compañeros de viaje, ingenuos y muchas veces engañados por sus trucos.
La novela es demasiado larga, y los acontecimientos tardan mucho, y algunos de los incidentes son increíbles aún dentro de las premisas fantásticas; el autor o nos ha engañado o ha repentinamente cambiado las reglas que él mismo estableció. A pesar de estas decepciones, el retrato de Londres en ese momento es un placer.
Payá Beltrán, José. Destilando fantasmas. Alicante: Editorial Agua Clara, S.L., 2007.
Unos estudiantes graduados españoles en la universidad del (para ellos) inhóspito Columbus, Ohio, EE. UU. (“Columtown”) en 1995 se enfrascan en “la trama” de descifrar referencias literarias escondidas en los libros de la inmensa biblioteca universitaria, persistiendo aún cuando su juego provoca la degollación de una gata, la masacre torrencial de un colchón de agua, y hasta el homicidio de un viejo profesor que podría darles una pista — porque la solución del misterio les lleva al escondite del diamante más grande y más valioso del mundo, detrás del cual también está un anciano malvado. Pero el anciano malvado tiene pocas fuerzas para asustar, y a los estudiantes (y al autor) les importa bastante menos el diamante que “la trama”, el juego de referencias de libro a libro (que abarca desde Agatha Christie a Marco Polo, pasando por Dante y Amenemope). La trama se desenvuelve muy, muy despacio, requiriendo muchas páginas de explicaciones bibliográficas y sendos detalles sobre los hábitos de los estudiantes (que pasan los días fingiendo estudiar, comiendo pizza, y dejando los chicos que las chicas les sirvan café), y descripciones del mal tiempo de “Columtown”. Pero pensar en el apuñalamiento de un colchón de agua es divertido. 2008-6-6
Pérez Galdós, Benito. Misericordia. 1897. Biblioteca Pérez Galdós. Madrid: Alianza Editorial, 1998.
Benina (Benigna), cocinera soltera de 60 años, mantiene a su vieja ama doña Paca y sus dos hijos — que han malgastado toda su pequeña fortuna — mediante todo tipo de malabarismo económico, mintiéndole y haciendole creer que lo que recibe de limosna son regalos de un buen cura (inventado por ella) llamado don Romualdo. Cuando un verdadero cura llamado don Romualdo aparece, y entrega una rica herencia a doña Paca y sus hijos, doña Paca y sus hijos y su nuera expulsan a la vieja sirvienta de la casa, pero Benina acepta esa ingratitud como normal para tal familia y termina contenta en la Misericordia, regentada por el verdadero don Romualdo. Otros personajes especialmente memorables incluyen el mendigo judío marroquí ciego Almudena (nombre original: Morejai), violento y cariñoso y adicto a fantasías mágicas para producir riqueza, y Frasquito, un viejo y paupérimo caballero demasiado orgulloso para pedir limosnas. Es un retrato muy vívido de la vida de los pobres en Madrid a fines de los 1890s.
Pérez-Reverte, Arturo. 2004. Cabo Trafalgar. Un relato naval. Madrid: Alfaguara.
En la desastrosa derrota de la flota aliada francesa-española de 33 navíos de línea, frente a igual número de navíos ingleses bajo el mando del almirante Horatio Nelson, 1-XI-1805, Pérez-Reverte hace trabajar un 34º navío español inventado, el Antilla de 74 cañones (como era la mayoría de la flota aliada), para poder entrar en las mentes y sensaciones de sus oficiales y tripulantes durante tan terrible batalla. La corrupción de Godoy y sus ministros ha dejado la marina española en mal estado (los navíos son muy buenos pero mal equipados, y el atraso de los pagos y otros abusos han hecho que pocos marinos veteranos queden en la tripulación, que se ha completado con artilleros de tierra, campesinos y otros pobres urbanos reclutados a la fuerza), el almirante francés impuesto por Napoleón es un incompetente, y algunos capitanes huyen hacia Cádiz en lugar de ayudar a los navíos más atacados, pero (en esta versión y probablemente en la realidad), la mayoría de los barcos y sus tripulantes novatos luchan ferozmente contre los mejor organizados, equipados y dirigidos ingleses. Además del Antilla, comandado por el valiente capitán Carlos de la Rocha, Pérez-Reverte inventa una balandra francesa, el Incertain, cuyo capitán Quelennec observa sin participar en la batalla. Es un relato lleno de miedos, escalofríos, heroismos y términos navales ya muy extraños. Aunque esta edición incluye diagramas mostrando las diferentes cubiertas, los cañones y el velámen de un navío de 74 cañones de la época, los gritos de los oficiales y los daños precisos del fuego enemigo son muchos veces incomprensibles para el lector normal (no especialista en el tema) de hoy. Pero no importa. Esos gritos y caídas de piezas misteriosas comunican la excitación y la desesperación. Los heroes de la novela son, al fin, los tripulantes y oficiales españoles en general, y especialmente el capitán de la Rocha (la dignidad y el deber), el guardiamarina de 17 años Falcó (el patriotismo juvenil), y el secano reclutado a la fuerza Nicolás Marrajo, “hijo de madre poco clara, sin trabajo ni profesión conocida salvo de pícaro, contrabandista, rufián y buscavidas, escoria de las Españas, reclutado forzoso por un piquete de leva en la taberna La Gallinita de Cai”, que se enloquece bajo el incesante tiroteo y realiza una increíble hazaña – volver a izar la bandera española en lo que queda de un mástil del destruido barco, bajo el fuego enemigo intenso – sólo para joder a los ingles (espíritu de resistencia del pueblo común).
Pérez-Reverte, Arturo, and Carlota Pérez-Reverte. El Capitán Alatriste. Las aventuras del Capitán Alatriste. 2002, Alfaguara ed. Madrid: Grupo Santillana, 1996.
En 1623, Diego Alatriste y Tenorio, 43, veterano de 30 años de guerra en Flandes, Nápoles y España, y actualmente espadachín de alquiler en Madrid, es contratado junto con otro espadachín por unas misteriosas personas poderosas para escarmentar o matar (las órdenes son contradictorias) a dos viajeros ingleses, que resultan ser el joven Príncipe de Gales Carlos y Buckingham, pero un escrúpulo suyo le hace salvarles la vida y así enemistarse de por vida con el siniestro fraile y presidente del Santo Tribunal de la Inquisición y el otro espadachín, el siciliano Gualterio Malatesta. La historia la cuenta el que era entonces su paje de 13 años, Íñigo Balboa, huérfano de un antiguo compañero de guerra del “capitán” (un apodo de Alatriste, que nunca alcanzó ese grado).
La peculiar hombría del capitán, la recreación histórica de España y Madrid en su agitada y políticamente desastrosa “Edad de Oro” del siglo XVII — con un papel destacado para Francisco de Quevedo–, y el lenguaje colorido, vívido, arcáico pero comprensible son los grandes placeres de la lectura. A diferencia de la novela de Granada de Felipe Romero (que trata de la misma época), esta no solamente habrá sido muy divertida de escribir, también lo es de leer. La visita del Príncipe de Gales y Buckingham, incógnitos, en pos de conquistar a la infanta María (hermana de Felipe IV), realmente ocurrió. 2007.10.02
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Petrushévskaia, Liudmila
Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina por Liudmila Petrushévskaia
Evaluación: 3 de 5 *
Son 19 historias mágicas y misteriosas por una escritora muy premiada en Rusia. El relato que más me hizo reír era “El secreto de Marilena” que, entre otros personajes estrafalarios, incluye un brujo malevolísimo y frustradísimo en sus malas intenciones. Os recomiendo también “Venganza” (el relato que inspira el título de la colección) y “El milagro”. Son frecuentes en estas páginas los adictos a vodka, los hijos abusivos para con sus padres, la angustia frente a las fuerzas del orden (militares o policías), y las viejas sufridas, pero la justicia siempre triunfa sobre el mal de una manera fabulosa y totalmente inesperada.
Pitol, Sergio. Los mejores cuentos. Presentación de Erique Vila-Matas.Barcelona: Editorial Anagrama, 2005.
Cuentos que no son cuentos, o que no cuentan tanto como sugieren, y que se confunden con otros dos géneros de la literatura, el ensayo y el sueño. El mexicano Sergio Pitol es explorador no sólo de geografías externas — Moscú, Varsovia, Lwów, Bristol son algunos de los lugares donde compuso estos relatos — sino también de sus propios recuerdos y anhelos y de las posibilidades nunca realizadas. En “Cementerio de tordos”, nuestro autor (posiblemente sentado en un café de medio pelo en Roma) nos presenta un escritor sentado en un café de medio pelo en Roma que se imagina un escritor sentado en un café de medio pelo en Roma. Y este escritor inventado por el escritor inventado por Pitol, birome en mano, se pone a hurgar en sus recuerdos más nebulosos para encontrar algún cuento que sea digno de ser leído por sus amigos críticos. “En cierta forma”, piensa o escribe ese autor inventado, “se trataría de una investigación sobre la memoria: sus pliegues, sus trampas, sus sorpresas.” (p. 154)
En cierta forma, todos los cuentos aquí reunidos son tal investigación. Más concretamente, son investigaciones sobre cómo un narrador usa y transforma la memoria. Si no conoce bien las calles de la ciudad donde quiere situar su historia (lo que ocurre a varios narradores en estos cuentos), puede esquivar el problema hablando nada más de los interiores. Y tambien puede cambiar hombres por mujeres, polacos por australianos, y Madeira por Veracruz, aun sin darse cuenta del trastrueque.
En “Vals de Mefisto” vemos al escritor no desde adentro, como en “Cementerio de tordos”, sino desde otro ángulo, el de su redactora y correctora habitual que es también su ex mujer — que ha convivido con él lo suficiente para reconocer la experiencia real distorsionada y reimaginada en su ficción. En “Nocturno de Bujara”, una fábula absurda inventada para impresionar a una mujer de frágil psique trae consecuencias nunca claras pero seguramente trágicas cuando ella trata de hacerla realidad. El último y más reciente relato de la colección, “El oscuro hermano gemelo”, empieza y cierra como un ensayo en que Pitol inserta una ficción sobre la historia de una ficción, una conversación con una anciana escandinava en Praga sobre algo acontecido en Madeira que termina unida con otras memorias para transformarse en una historia de mexicanos en Veracruz — otra exploración más de “la relación de un novelista con su obra en proceso” (p. 242), como en realidad son todas estas piezas.
Pero por toda la confusión deliberada y la nebulosidad, a veces se asoman historias realmente dramáticas que el lector tiene que completar en su propia imaginación, porque Pitol se niega a hacerlo. Lo sugerido puede ser más terrible que lo contado, como en “Cementerio de tordos” — problemas de clase y casta que contribuyen a lo que puede haber sido un asesinato — o “Nocturno de Bujara” — un horrible asalto sospechado pero no demostrado — y en otros. Total, se puede considerar el libro como una serie de estudios, ejercicios de la imaginación, tan útiles para el narrador practicante como para un guitarrista los estudios de Sor o Tárrega.
Sergio Pitol (Puebla, México, 1933)
Cervantes para Sergio Pitol, BBC Mundo
Poe, Edgar Allan, et al. El gato negro. Trad. Doris Rolfe. 3a ed. Madrid: Anaya, 1987.
Introduccióna la novela de intriga, por Juan y ConstantinoBértolo Cadenas, seguida de los relatos de Poe: Elgato negro / Manuscrito hallado enuna botella / Un descenso al Maelström / El entierro prematuro/Los hechos en el caso del señor Valdemar / Elcorazóndelator / El tonel de amontillado / Hop-Frog / El pozo y elpéndulo / Berenice / Ligeia / La caída de la CasadeUsher / Apéndice, Constantino Bértolo Cadenas
Puchol, Vicente. Alguién soñó sobre una piel de toro. Sevilla: Renacimiento, 2001.
Durante la guerra civil española, Indalecio Prieto encarga a Álvaro Prada la misión de ir a la ciudad estado Villadite, en la costa norte de África, para interceder entre las dos Españas — la de la República y la de Franco y su gente — porque Villadite es la 3a España, adonde han ido las gentes expulsadas de España en sucesivas represiones: judíos, moros, herejes cristianos, todos viviendo en democracia y tolerancia. Hermosa premisa fantástica.
Racionero, Luis. La sonrisa de la Gioconda. Memorias de Leonardo. Barcelona: Planeta, 1999.
En víspera de la muerte, Leonardo da Vinci escribe una carta a un jóven ex-aprendiz y amante donde cuenta su vida (Florencia, Milán, Roma y ahora Francia) y explica la sonrisa en su último retrato, que es de su madre Lisa : es la que tuvo el día que supo, por boco de “Salai”, el hartero protegido de Leonardo, que éste había sido el autor de la muerte del duque de Milán, noticia que le provocó la muerte. “¿Qué me estaba diciendo? No era reproche ni aprobación, era sólo aceptación: todo lo que es está bien.” (p. 291) El gran placer de este libro es, más que conocer un poco mejor la carrera de Leonardo, ver y sentir la efervescencia del Renascimiento del s. XV cuando trabajaron Maquiavelo, Miguel Angel Buonarotti, Tiziano, Rafael, los Médicis en Florencia, Ludovico Sforza “il Moro” en Milán, et alii. La aceptación por Leonardo, de la naturalidad de la muerte para la continuación de la vida de otros seres, es quizás la moraleja (para mí simpática) que el autor quiere compartir.
Rivas, Manuel. Los libros arden mal. (Original, gallego: Os libros arden mal.) Trans. Dolores Vilavedra. Madrid: Alfaguara, 2006. 610 p.
El espíritu de libertad creativa de la II República, encarnada especialmente en una pandilla de jóvenes deportistas y literatos de A Coruña, sobrevive la insurreción militar, las masacres, y la pretendida extirpación de su memoria por el régimen franquista, para la enorme frustración de los represores obsesionados con ese proyecto. Es una gran novela, no sólo por su grueso (610 folios) sino por su complejidad y sus logros en presentar las maneras de pensar (y de amar y odiar, temer y esperar) de gente tan diversa como Polca, el jardinero-enterrador-gaitero; Ricardo Samos, el católico literato que quema libros y después llega a ser juez en el franquismo; Chelo Vidal, la bella mujer del juez y pintora reconocida, que resulta tener otra vida oculta, arriesgada y noble; Dez, el censor franquista gay que se fantasea poeta; Curtis, apodado “Hércules hijo de puta”, grandísimo y fortísimo aspirante a electricista que se convierte en fotógrafo ambulante — y los de las próximas generaciones, especialmente Gabriel, hijo de Ricardo Samos y Chelo Vidal, y Ó, hija de Polca. Y decenas de personajes más.
La quema de libros sacados de bibliotecas privadas y públicas en A Coruña un mes después de la insurrección falangista, en agosto de 1936, es la imagen central y recurrente. La memoria de esos libros, y la supervivencia de algunos con sus cantos quemados, y la búsqueda desesperada de uno en particular por el juez Samos, son la imagen central.
Muchas veces es difícil saber hasta bien entrado en un capítulo cuál de estos personajes está hablando o siendo observado, y si estamos en julio o agosto de 1936, o en 1963, o algún año posterior — que me obligaba a releer las primeras oraciones una vez que me había ubicado. Y algunas de las historias no están resueltas. Por ejemplo, nunca entendí exactamente quién era o por qué importa un joven (contemporáneo de Gabriel Samos) a que llaman “Zonzo”, y varios otros misterios en ese mundo donde todos manejaban el secretismo siguen misteriosos o ambiguos al final. Pero vale la pena hacer el esfuerzo, porque te hace sentir (sin tener que sufrirlo en carne propia) ese terrible régimen de miedo que era el franquismo. 20080927
Reverte, Javier. El médico de Ifni. Barcelona: Areté, 2005.
Una joven madrileña busca en Marruecos y Argelia la historia del padre que la abandonó antes de ella nacer, y descubre la enorme confusión de identidad y angustia de ese hombre, un ex-oficial y médico español que había desertado del ejército en Ifni (Marruecos) en 1975 para luchar por Polisario y ahora ha muerto misteriosamente en el desierto. Clara, la hija, llena de rabia por el abandono paternal, hiere cruelmente a sus amantes, pretendientes y parientes hasta orquestar una violencia terrible que destruye a inocentes y a ella misma. El libro ofrece retratos bien delineados de personalidades madrileñas y algunas hermosas descripciones del desierto, pero es principalmente una denuncia poco coherente del colonialismo y post-colonialismo de España en el Sahara. El único personaje que parece tener una idea clara de la política internacional es el que llega a ser el blanco principal de la ira de Clara, el ex-oficial de inteligencia española Alberto Balaguer.
Rivera, José Eustasio. La vorágine. 1924. García Ramos, Juan Manuel ed. Santa Cruz de Tenerife: Artemisa Ediciones, 2006.
Un joven burgués bogotano rapta a una joven de buena familia y la arrastra a los llanos colombianos, donde la pierde a otro raptor, enganchador de peones del caucho, y en busca de ella (por puro orgullo machista, porque no la ama sino la desprecia) se adentra con otros hombres de los llanos a la selva, la vorágine de una naturaleza hostil y terrible violencia humana. La densidad de la prosa y la abundancia de localismos (Rivera incluye un vocabulario) hacen muy trabajosa la lectura, pero merece la pena. Los personajes son complejos y muy marcadamente delineados (salvo la muchacha raptada de Bogotá, que casi no existe en la novela más que como fantasma); el narrador Arturo Cova, “un desequilibrado tan impulsivo como teatral!” (como lo describe su reacio compañero de aventuras Fidel Franco) es repulsivo pero fascinante. La denuncia de la esclavitud y los asesinatos impunes de los caucheros es contundente, y los momentos violentos — especialmente el clímax — son extremadamente intensos. Y también merece la lectura por ser el máximo ejemplo de un ideal literario del principio del s. XX (descripción detallada y poética, abundancia de localismos), que ya no se usa. 20070328
Muy importante: ve el texto mural del artista Leandro Katz, Las bases reales de La vorágine (2008). Incluye fotos y textos que demuestran la verdad de los hechos descritos por Rivera.
Romero, Felipe. El segundo hijo del mercader de sedas. Ediciones Ubago, 1995. 7 ed. Granada: Comares, S. L., 2003.
Esta novela histórica, la primera de dos por el abogado laborista Felipe Romero, te lleva por todas las calles, plazas y cerros notables de Granada de principios del s. XVII. Fue cuando finalmente expulsaron a los moros ya vencidos hacía unsiglo, hecho que (según esta narrativa) sumió la otrora espléndida ciudad en la miseria. Como dice el mercader de sedas a su segundo hijo en vísperade la expulsión,
sin ellos a esta ciudad se la comería la miseria y que su ruina duraría por siglos. Sus campos quedarían abandonados, sus ganados sin pastores, las fraguas sin herreros, sin posibilidad de construir nuevas iglesias por la carencia de alarifes, las maderas se pudrirían en los cobertizos al no haber quien las tallase, las huertas de la Vega sin buenos hortelanos que sepan llevar el agua por acequias y atarjeas, y los tejedores, los tintoreros, los tundidores, expulsados de la ciudad en la que ya no habría ni lana ni seda.
Para animar esta nostalgia por la ciudad que era, Romero ha inventado un cronista que une en su sangre las grandes corrientes históricas: “Soy el segundo hijo del mercader de sedas Esteban Lomellino; mi nombre es Alonso de Granada… y descendiente, por mi madre, de la princesa Cetimeriem y de Yahya al Nayyar, hermano del que fue rey y señor de la Alhambra Muley-Hacen…”
Alonso de Granada Lomellino, estudiando para sacerdote (porque su padre quiere que llegue a ser obispo, o por lo menos, santo), se hace discípulo de otro Alonso, el viejo médico y traductor de árabe, hebreo y latín, que ha impresionado sobradamente al arzobispo de Granada con sus traducciónes de antiguos libros de plomo, escritos en árabe y contando la vida y milagros de san Cecilio, un compañero de Cristo que llegó a ser martirizado en Granada. Al joven le enseña leer árabe, y más importante, la tolerancia por todas las religiones que, según él, adoran al mismo dios.
Pero este Alonso es en realidad un moro que no ha abjurado el Islam, sino a contrario, ha fabricado y colocado los falsos textos de plomo para convencer a los cristianos a seguir los mandamientos del Corán, como si el supuesto Cecilio (otro invento del viejo traductor) hubiera anticipado por seis siglos lo que escribiría Mohama (lavarse 5 veces al día y rezar mirando a Meca, etc). Pero se descubre el fraude y entonces la Iglesia y la Corona deciden expulsar hasta el último moro. El joven Alonso, ya canónigo, pierde a su querido maestro y el primer amor de su vida, cuando el viejo Alonso es degollado por su audacia. Ahora el segundo hijo del poderosísimo y riquísimo mercader de sedas desafía a su padre por primera vez en su vida, y rehusa acompañarlo a Italia. Prefiere permanecer en su querida pero muy castigada Granada, como simple fraile — y su extraña decisión (renunciando las riquezas y poder eclesiásticos que su padre le había arreglado en Italia) combinado con sus nobles orígenes, hacen que tanto los aristócratas como el populacho lo tomen por santo, esperando que haga milagros.
Además de su amor platónico por el viejo falsificador de libros de plomo, el futuro santo Alonso del Amor de Dios tiene dos amores carnales en su larga vida: la primera con una morisca de 13 años (afortunadamente, no le deja descendencia) y, años más tarde, un joven y guapo novicio, Alberto. Pero aparte de eso, pasa casi toda su vida entre un estupor religioso y la hipnótica observación de su paisaje. Es uno de esos libros que habrán sido mucho más apasionantes escribir que leer.
Ruiz Zafón, Carlos. La sombra del viento. Barcelona: Planeta, 2002. Reprint, 39ª.
“El mayor éxito internacional de la novela española” y “39ª edición” reza la faja que los editores han puesto al tomo. Es una novela boba y pueril, pero sin embargo, te hace seguir leyendo. Lo que tiene de bueno: (1) un misterio complicado, (2) el ambiente de una Barcelona asustada en los primeros años del franquismo, y (3) el personaje Fermín Romero de Torres, un charlatán comiquísimo y simpático. Lo que tiene de malo: (1) todos los demás personajes, que son simples caricaturas de tipos sociales; (2) la simpleza de ese retrato de Barcelona, y (3) lo absurdo del argumento. En resumen: El joven narrador quiere conservar la obra de un novelista ignoto que, a su vez, disfrazado como uno de sus propios personajes, está obsesionado con destruir todo ejemplar de su obra, mientras un policía maldito busca para matar al novelista. Se meten de por medio un librero rico, su hija ciega y ninfomaniática, un relojero gay, y diversos otros personajes olvidables. Al final, se cierra el círculo, y el libro destruido por el primer novelista termina escrito por su joven defensor. Para otra, mucho más auténtica visión de Barcelona en la posguerra, vea Nada de Carmen Laforet.
Pedro Páramo y El Llano en llamas por Juan Rulfo
My rating: 4 of 5 stars
Érase una vez, en un México rural donde no pasaba nada, un pueblo pequeño pero próspero con muchas milpas, ganado y propiedades de varias familias en más o menos iguales condiciones. Así por lo menos lo recordaba Dolores, que en su lecho de muerte hace prometer a su hijo a volver a ese pueblo, Comala, para reclamar de su padre Pedro Páramo todo lo que le debe. Pero ese pueblo próspero e igualitario ya no existe; lo que encuentra el hijo es un pueblo ruin y abandonado por los vivos, donde las voces de los muertos le cuentan historias de como Pedro Páramo, un monstruo agresivo y astuto, se apoderó de todo, arruinando todas las familias a su derredor, y luego, cuando viejo y destrozado por la pérdida de la única mujer (de las muchas que sedujo o violó) que realmente quería, dejó caer toda actividad productiva. Entre los muchos episodios que cuentan las voces y actúan los muertos está uno, escalofriante pero gracioso, donde llegan unos revolucionarios despistados, que luego sucumben a otros revolucionarios que siguen a otro caudillo, y así sucesivamente — los primeros sin jefe conocido, luego villistas, luego carrancistas. Los primeros llegan “encarabinados y terciados de carrilleras” con la intención de asaltar la propiedad de Pedro Páramo, pero éste los invita a cenar, y cuando ya han masticado tortilla tras tortilla y comido los frijoles, les pregunta, “Patrones… ¿en qué más puedo servirlos? … Hasta que uno de ellos contesta:
—Como usté ve, nos hemos levantado en armas.
—¿Y?
—Y pos eso es todo. ¿Le parece poco?
—¿Pero por qué lo han hecho?
—Pos porque otros lo han hecho también. ¿No lo sabe usté? Aguárdenos tantito a que nos lleguen instrucciones y entonces le averiguaremos la causa. Por lo pronto ya estamos aquí.
Es una obra bella pero un desafío al lector, porque la historia está contada en fragmentos que suceden en diferentes momentos y desde muy diferentes puntos de vista — pero vale la pena luchar por entenderla en su totalidad, y mantener la paciencia para esperar para ver de quién es cada voz (y si está viva o muerta la persona que habla) y en qué lugar y en qué tiempo ocurre, porque en su totalidad la novela es una historia triste y coherente, de la inocencia perdida, la muerte, y el final triste y destructivo de un gran macho alfa.
Sabato, Ernesto. El túnel. 1948. 29ª edición, Madrid: Cátedra, 2006. Edición de Ángel Leiva. Introducción, 9-60; novela El túnel, 61-165.
El pintor Juan Pablo Castel se siente compelido a explicar porqué tuvo que matar a la única persona queentendíasu pintura, la joven María Iribarne — porque interpreta susrelaciones con otros hombres (su marido ciego Allende y su primoel estanciero Hunter) como traición y sus silencios comoataques.Es un retrato magistral del infierno interior de unpsicótico,demasiado tímido y avergonzado de su propia torpeza paraformaruna relación normal. Su explicación cuandofinalmente laasalta en la casa del primo: —Tengo que matarte,María. Mehas dejado solo.
Sabato, Ernesto. Claves políticas. Buenos Aires: Rodolfo Alonso Editor, 1971. 122
Yo entrevisté a Ernesto Sabato en en su casa en Buenos Aires en enero de 1986 (The Threepenny Review, Winter 1988), sobre su rol como director de la CONADEP, la Comisión Nacional sobre los Desaparecidos. Luego encontré esta colección de pensamientos de este interesante escritor en otros momentos, mucho antes de la “guerra sucia” de la dictadura que sufrió la Argentina de 1976 a 1983 .
Son otras conversaciones en su casa en Santos Lugares, mucho antes de la guerra sucia, cuando todavía se podía creer en la posibilidad de una revolución socialista latinoamericana. Las tuvo con jóvenes escritores y redactores de la revista El Escarabajo de Oro, en que ES defiende su militancia política (anarquista, luego comunista, después independiente de izquierda). En su “Polémica con Borges”, con la Respuesta de Borges (Revista Ficción, nov. de 1956, respuesta de Borges marzo de 1957, y contrarrespuesta de ES mayo de 1957, más otra “respuesta” por ES del diario La Opinión, 3.vi.71), ES acusa a JLB de abandonar su habitual monismo (identidad del yo y el otro) para el maniqueísmo en sus “efusiones” contra Perón y el peronismo. “Yo no defendí nunca,” dice ES, “ni tampoco defiendo ahora la persona de Perón. Le recrimino, entre otras cosas, no haber estado a la altura de la histórica situación; de haber abandonado a su pueblo; de no haber tenido nunca el coraje que en cambio tuvo Evita Duarte; de haber carecido de grandeza; de haber cedido innumerables veces a la demagogia, que es al amor por el pueblo lo que la prostitución al amor; de haber desarrollado una industria para el consumo y para satisfacer fáciles apetencias en lugar de haber creado con sacrificios, las industrias de base; de haberse rodeado cada día más de obsecuentes y aprovechados, desechando a hombres independientes como Juaretche…” 75-6 El pueblo lo siguió “porque por primera vez en su historia tuvo la posibilidad de ser una criatura humana digna….” 76
En su ‘Carta al “Che” Guevara’ (1.ii.60) ES pide a Guevara un análisis del peronismo, mencionando que el pueblo peronista identifica a Fidel con sus enemigos porque ambos hablan de “liberación.” Che le contesta (12.iv.60) , resumiendo las bases profundamente populares de la revolución cubana.
Sobre el Sesquicentenario de la Independencia (“Palabras, palabras, palabras,” Revista Sur, 1960): “Pocos países ha de haber en el mundo como éste en que todo empiece con mayúscula, descienda luego a minúsculas y termine invariablemente entre sarcásticas comillas: Libertad, Democracia, Patria, Profesor, Damas y Caballeros, Señor, Grandes Destinos de un Pueblo joven y Vigoroso, Soberanía, Oíd el Ruido de Rotas Cadenas, Al Gran Pueblo Argentino Salud, Alta Magistratura de la Nación, El Pundonor de las Fuerzas Armadas.” 95
Sobre el compromiso de los intelectuales (Revista Panorama, 31.vii.1968): polémica con David Viñas et al., que lo acusan de “centrista.” Inter alia, ES declara, “debo confesar la tremenda verdad: no comparto el materialismo de estos intelectuales [de la Nueva Izquierda, i.e., los firmantes de la carta]. No compartir las ideas es una de las excelentes condiciones de una comunidad aceptable. A no ser que se considere óptima una sociedad, como la rusa, en que haya una sola filosofía legal,” etc.
Sobre Chile: En su carta excusándose del Encuentro de Escritores Latinoamericanos, 13.viii.1969; elogia a don Pedro Henríquez Ureña, exiliado humanista dominicano (1884-1946) que fue maestro de lenguaje de ES en la escuela secundaria y de “la Magna Patria” (Latinoamérica). Pero no dice nada sobre Chile.
Sobre los organismos parapoliciales: “El caso Maestre”: Carta de protesta, 24.vii.71, contra torturas y muertes de peronistas a manos de tales organismos.
Salinger, J. D. El guardián entre el centeno. Trad. Carmen Criado. Madrid, Libro de Bolsillo, 6ta impresión, 2002.
Muy buena traducción de esta novela clásica sobre una crisis en la adolescencia. Vea resumen en inglés de Salinger, The Catcher in the Rye (1951).
Sampedro, José Luis. El amante lesbiano. Barcelona: Areté (Plaza & Janes), 2000.
Una selección (del Club de Lectura de la Biblioteca de Carboneras) sorprendente y candente, erótica, sensual y transgresiva (si así se dice: quiero decir, que viola unos tabúes muy sagrados) . Un hombre que se ha sentido avergonzado toda la vida por su falta de hombría descubre y libera su más auténticos impulsos eróticos cuando entra un país mágico, “Las Afueras”, donde el tiempo no existe y los deseos se hacen realidad. Allí coexisten lugares, objetos y personas que él recuerda de su infancia en los años 1920 con otras que conoció en los 40 y 50. Aparece Farida, una mujer mitad hispana y mitad beréber, que lo había impresionado cuando tenía 13 años, y ella se hace su maestra, después su ama, y (casi) finalmente su amante — para tornarse en el último momento en algo muchísimo más impactante. Bajo su tutelaje, el hombre descubre que, “Mi sexo es masculino, pero mi género es femenino, atraído hacia las mujeres y, para concluir, sumiso. Así es que resulto lesbiano.” (p. 144) Los detalles sensuales dan una gran vividez al libro, y cuando esos detalles se mueven de lo visual a lo tactil, y el personaje Mario se emociona por la textura de las bragas y medias de seda que se pone para convertirse, no en “lesbiano” sino en lesbiana, con identidad feminina, con su nuevo nombre Miryam, son excitantes a la manera de toda buena pornografía, o los libros eróticos que pretenden a algo más como la famosa Historia de O. En este caso, lo que Sampedro pretende demostrar (creo) es otra modalidad de la libertad que (según me cuentan los amigos más leídos que yo en este autor) ha defendido en muchos otros libros. De no ser por las informaciones ofrecidas por algunos co-lectores, yo hubiera pensado que semejante erotisimo explícito fuera lo único que Sampedro sabía hacer. Ahora que entiendo un poco del contexto biogáfico y literario de este autor octogenario (búscalo en Google), entiendo este libro como un ejemplo de algo mucho más interesante. Lo sorprendente para mí era con qué interés y aceptación lo recibieran los otros miembros del club de lectura– algunos se sentían frustrados por la estructura narrativa (no se sabe por cierto cuánto es pura fantasía y cuánto una supuesta realidad, si es sueño o vivencia), pero nadie se ha escandalizado. 7 mayo 2005
Sánchez Ferlosio, Rafael. El Jarama. 1956. 6a ed. Barcelona: Destino, 2003.
Un caluroso domingo en la orilla del Jarama es ocasión para conversaciones que revelan las actitudes, creencias e ignorancias de una gran variedad de gente, desde los chicos y chicas madrileñas que se han desplazado a Coslada para divertirse en el sol y el agua, hasta lugareños de diversos oficios, edades y condiciones, y finalmente — cuando una de las chicas madrileñas se ahoga cerca de las compuertas del río — “la autoridad” en las personas de guardias civiles, un joven juez y su secretario, et alii. El libro es casi totalmente diálogo, reproduciendo los acentos singulares de todo el elenco, y las actitudes, los prejuicios y los conocimientos (y falta de conocimientos) de cada cuál. Apoya el diálogo descripciones llamativas y originales del contexto físico, desde la desvencijada taberna de Mauricio y Faustina, hasta las vías del tren, las aguas del río, y la carretera de noche iluminada por una luna llena y puntualmente por distantes luces urbanas. No hay ningún protagonista especial, sino muchas narrativas fragmentadas y observaciones de las muy diferentes vidas de campo y ciudad. La reproducción de los diálogos es genial, pero como no hay una historia central, sino que todas las historias tienen más o menos el mismo peso, esas historias no convergen en una que no sea el día mismo. Ocurren incidentes cómicos y otros dramáticos, incluyendo la muerte de la chica, pero la manera de contar les quita todo dramatismo, como decir que estas son cosas que ocurren típicamente en un día caluroso en las afueras de Madrid.
Me hicieron reír pasajes como estos:
[Habla el lugareño don Marcial, sobre los emigrantes regresados]
– Hasta losmismos hablares aquellos tan tirados, he oido yo a emigrantes que nohabía forma de sacárselos de la lengua y quevolviesen ahablar como está mandado. No le digo en el pueblo, larisión.
– Sí, una cosa parecida a laspelículas de Cantinflas o de Jorge Negrete, ¿noes eso?
– Igualito. Lo mismo que las cintasesas. Como que alo primero no podías escucharlo sin que de golpe no teentrasede reír. Exacto como el cinema, ¿quémásda? Y eso a pesar que aquellos venían de Venezuela, mientrasqueestos Cantinflas y Negretes del celuloide son nacidos enMéjico,que está de Venezuela, pues ya sabe usted,lejísimos;pero además no de estos lejísimos que decimosaquíen España, sino lejísimos en distancias deaquellas, quehay que agarrarse lo tremendas que son. Bueno, pues casi no sedistingue un habla de la otra. Total, que yo lo que he sacado enconsecuencia es que allí es todo un mismo chapurreao.
– Y ¡cuidado que es pegadizo,hay que ver! No hay uno que no acabe hablando como ellos. [p. 301]
Así que mis vecinos españoles creerán que yo, del Barrio Las Minas de Baruta (afueras de Caracas), tengo el mismo chapurreao que Cantinflas!
Pero mejor aún es esta respuesta cuando uno de los lugareños, un pastor, dice que su amo no quiere reconocer lo viejo y enclenques que están sus ovejas:
– Eso escomo mi padre, en paz descanse– decía elalcarreño –,un caso igual. Que en los últimos tiempos nohacíamás que decir: yo no estoy bueno, no estoy bueno. Yquéno iba a estar bueno ni qué ocho cuartos. Lo queteníasimplemente es que le iba llegando el turno, por las edades quealcanzaba. Pasaba lo que tenía que pasar. Lo raro hubierasidolo otro, eso es lo que hubiera dado qué pensar. Oiga, comoque amí me entraban a veces ganas de decirle, no siendo elrespeto,claro, y esos reparos que uno tiene, de decirle: “¡Viejo,padre,viejo es lo que usted está, no le ande dando másvueltas,más pasado que Matusalén, a ver cuándose va aquerer dar por aludido, ni enfermo ni nada, que se termina, que ya noda más!» El pobre hombrito. … Pues lo mismo mipadre ylo mismo este señor, con el cuento las ovejas, que nos hareferido aquí el Amalio. ¡Igual! Equivocan loviejo con lomalo. [pp. 253-4]
Y finalmente, el amargado Lucio, ex panadero, que al final de un día largo de horas sentado en la misma silla, sale con,
¡Pues ahí está el asunto! Lo que yo digo es que me lo den, ¡que me devuelvan lo bailado! [p. 271]
Algunos de los compañeros de nuestro club de lectura de la biblioteca de Carboneras encontraron aburrida e interminable esta famosa novela, y creo entender por qué. No hay un hilo maestro, ningún personaje que se destaca, pero sí un retrato amplio y perspicaz de todo un entorno social. Poca acción pero mucho diálogo, muy bien oído. A mí me parecía maravilloso ese oído, y también me conmovió el drama de lo que no se cuenta pero se intuye. 20090201
Santos, Luis R. Tienes que matar el perro (cuentos). Santo Domingo: Cocolo Editorial, 1998. 118 pp.
¿Tienes vagas ansiedades a pesar de que una bonita mujer te quiere mucho? ¿O te sientes desgraciado porque el único ser que te ama es un viejo perro cagón? Pues, para Luis R. Santos, como dice el doctor pelele de Pepto Bismol, “El remedio es el mismo!”: El suicidio.
No todos los protagonistas de estos 18 cuentos se suicidan. Algunos se ven frustrados en el intento, y otros mueren sin querer. Los dos cuentos más interesantes son excepciones a la fórmula. “Tránsito tortuoso”, muy Borgesiano (Santos está tan enamorado de una cita de Jorge Luis Borges que lo usa dos veces), nos ofrece dos conclusiones alternativas: en una, mueren los dos protagonistas, en la otra, más irónica, muere sólo uno. Pero mejor aún es la cómica y triste “El nombramiento”, donde no muere nadie, y donde la ironía es ágil, liviana y sostenida, como en El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez, o los Cuentos de oficinistas de Mario Benedetti. Pinta las eternas frustraciones de un infeliz que ha depositado toda su fe en la labor partidaria para una elección. A diferencia de todas las demás fábulas de esta colección (y digo fábulas porque, como muchas veces en Cortázar o Borges, hay un aire mítico, sin detalles realistas), en “El nombramiento” Santos no intenta sorprendernos al final, sino permite que la conclusión sea la inconclusión del eterno optimismo del narrador. (Dedicado por el autor, en la Librería La Trinitaria, 16-02-2001)
Saramago, José. La balsa de piedra. Barcelona: Seix Barral, 1987. Tr. del portugués.
Al mismo momento en que la península ibérica empieza a desprenderse de Europa, ocurren otras cosas extrañas en las vidas de 3 portugueses, un español y los perros mudos de la frontera con Francia. La ex-península, ahora ínsula, se aleja de Europa, camino hacia las Islas Azores, y los portugueses — Joaquim Sassa, un funcionario de Porto que tiró una piedra con descomunal e inexplicable fuerza, y Jose Anaiço, maestro de escuela a quien una enorme bandada de estorninos sigue a todas partes — van a buscar al andaluz Pedro Orce, un sextagenario farmaceútico que siete temblar la tierra. Deciden ir juntos para ver pasar Gibraltar (que a su vez se ha desprendido de la ex-península), y luego siguen a Lisboa, donde encuentras a Joana Carda, una joven rústica que acaba de separarse de su marido y que trazó una raya en la tierra en el mismo momento del desprendimiento. En el pueblo de ella, se les une uno de los grandes perros mudos, descendientes del gran Cancerbero, que los acompaña y protege. En Galicia encuentran a la joven viuda María Guavaira, y temiendo el tremendo choque que parece inevitable con las Islas Azores, todos deciden viajar juntos hacia el interior y hasta los Pirineos, para ver ese fenómeno de la separación continental. Hacia allí también va un campesino español de Andalucía, que dice
… y ahora adiós, señores portugueses, mucho mayor es mi jornada y voy en burro, Es probable que cuando llegue ya no vea Europa, Si no la veo es porque nunca ha existido. En definitiva, tiene entera razón Roque Lozano, que para que las cosas existan son necesarias dos condiciones, que el hombre las vea y que les ponga nombre. (p. 57)
Ya Jose y Joana son pareja, y María y Joaquim forman otra, mientras el viejo Pedro se ha hecho muy amigo del perro. Los 2 españolas, 3 portugeses y el perro forman una comunidad rodante ibérica. Todo está contado por un narrador invisible que posee un amplio vocabulario y un tesoro de refranes que distorsiona según el caso. Es esta voz del narrador la cosa más cómica en esta novela de fantasía y ternura hacia toda Iberia. 2009.12
Saramago, José. Ensayo sobre la lucidez. Tr. de Pilar del Río. Madrid: Punto de Lectura, 2006. 383 p.
En la capital de un país cuyo nombre no llegaremos a saber, la inmensa mayoría (83%) de los ciudadanos confunde y asombra al gobierno emitiendo un voto en blanco—que es su derecho constitucional pero que amenaza todo el sistema de alternancia de poder entre el pdd (partido de derecho) y el pdm (partido del medio), con el voto para el pdi (partido de izquierda) como válvula de escape. El gobierno (del pdd) no concibe que ese voto en blanco haya sido espontáneo, sino obra de alguna misteriosa conspiración subversiva, y para castigar la ciudad para que entregue a los conspiradores repentinamente retira todos sus funcionarios y policias, le quita título de “capital” y la somete a un sitio militar, aumentando las presiones con consecuencias cada vez más absurdas y contraproducentes, porque en realidad no hubo ninguna conspiración y—salvo por los actos violentos impuestos por el primer ministro y sus ministros de defensa e interior—la ciudad funciona hasta mejor sin policía ni oficiales. Cuando el malvado ministro de interior llega a culpar de la supuesta conspiración (sin realmente creerlo) a una mujer que es en realidad ciudadana ejemplar, porque hace cuatro años cuando todo el país menos ella padeció una ceguera, la violencia antidemocrática en nombre de la defensa de la democracia alcanza su punto álgido. 2010.07.15
Schwartz, Fernando. El desencuentro. Edited by Virgilio Ortega, Colección Premio Planeta. Barcelona: Editorial Planeta, 1996.
Son dos historias: la de Javier, un escritor español de la misma edad del autor (n. 1937), que cuenta de su amor imposible por su hermosa tía África que le lleva 17 años, y que se complica la vida pretendiendo rescatarla de su infelicidad misteriosa; y la de África misma, que en un diario dejado después de su muerte, cuenta de una pasión destruida en su juventud. Javier es un narrador irónico y divertido, “un burgués comodón, un poco liberal y extremadamente frívolo” que hace carrera “aprovechando mi más que relativa condición de perseguido político en España”, y que comenta con humor los contrastes culturales entre Madrid (donde viven la tía y los abuelos), Nueva York (donde él y su prima Martita son socios de una casa de veraneo en Long Island), y México D.F. El clímax es una escena donde Martita, hija de África y mujer de negocios soltera y de gran éxito profesional, sin duda el personaje más complejo de la novela, se revienta de celos ante la evidencia de que su madre siempre ha querido más a Javier que a ella. Desafortunadamente, la voz irónica y matizada de Javier desaparece, para dar lugar al melodrama jadeante del diario de África, una chica sobreprotegida y educada en colegio de monjas que descubre el placer sexual follando con el torero más bravío y buenmozo de México (que por supuesto es su primo hermano), y cuyo idilio es cruelmente destruido por su tía, la madre del primo torero, medio por brujería. Es tan triste y trágico que tienes que reír. Hay tantas pasiones entre tías y sobrinos y entre primos y primas que hace pensar en la vida y obra de Vargas Llosa (“La tía Julia”, por ejemplo, y su actual matrimonio). Después de la protofeminista Martita, el segundo personaje más intrigante es uno que no aparece en persona, pero sólo por referencias muy negativas del abuelo de Javier y de África — el primer marido de ésta. No sabemos si realmente era tan abusador como lo pintan, o si simplemente él — como yo — se aburrió de muerte de la necia África. A lo mejor ese era el “desencuentro” del título.
Strejilevich, Nora. Una sola muerte numerosa. Letras de Oro. Coral Gables FL: Centro Norte-Sur, Universidad de Miami, 1997. 201
Ganó el Premio Letras de Oro 1995-1996, género novela, pero realmente pertenece a otro género, el de testimonio, mezcla de autobiografía con memorias recopiladas de otra gente. Nora fue secuestrada, muy violentamente, por una patota de la guerra sucia, detenida y torturada en el “Club Atlético”, un poco porque era hermana de Gerardo (que sigue desaparecido) que tenía antecedentes “subversivos”, y un poco porque era judía y querían limpiar el país de judíos, y un poco (parece) porque soltarla significaría reconocer un error. Estuvo luego en Israel, España y Canadá.
Trapiello, Andrés. Los amigos del crimen perfecto. Barcelona: Destino, 2003. (Última selección del Club de Lectura de Carboneras)
En Madrid en 1981 los “Amigos del crimen perfecto” (ACP), aficionados de la novela negra, son convulsionados por un crimen de verdad del cual ellos mismos son sospechosos, y cuando el fundador del club busca al verdadero culpable descubre que la vida real no es nada como las novelas que él mismo solía escribir y que el verdadero “crimen perfecto” es donde no es posible denunciar al autor aunque se sepa.
El primer capítulo es una graciosa parodia de las fórmulas de la novela negra, y concluye cuando el novelista Paco Cortés alias Sam Spade se harta de su propia repetición de tales fórmulas y de su mezquina editorial y renuncia a ambas. Después pasan muchas páginas sin novedad ni rumbo ni diálogo especialmente interesante (Paco en paro y deprimido, los amigos consternados) que sirve sólo para presentar otros personajes (miembros del ACP y otros). Finalmente el misterio arranca con el primer (y casi único) incidente dramático, el asesinato del odioso comisario de policía y suegro de Paco, un facho alcohólico y antiguo torturador después de la guerra civil.
Todo empieza el 23 de febrero de 1981, día del crimen imperfecto más notorio de la España reciente: la intentona del teniente coronel Tejero y sus compañeros de la Guardia Civil para abortar la democracia. (Ve vídeo aquí.) Trapiello lo usa para retratar diferentes tipos de madrileños a través de sus reacciones, desde regocijo a pavor hasta la total indiferencia de Paco. Pero es un momento breve, porque esto no pretende ser lo que el cínico editor de Paco menosprecia como “novela social”, sino un juegito literario donde los grandes acontecimientos históricos son mero escenario.
Vargas, Fred. El hombre de los círculos azules. 1996. Trans. Helena del Amo. Madrid: Punto de Lectura, 2007.
Jean-Baptiste Adamsberg, el nuevo comisario en un distrito parisino, enfrenta un doble misterio: ¿Quién está trazando círculos en tiza azul alrededor de objetos desechados en las calles de Paris? Y ¿quién últimamente ha dejado unos cadáveres degollados en esos círculos? Pero Adamsberg tiene un extraño método que deja a su inspector Danglard y otros polis perplejos: no seguir las pistas que a ellos les parecen más lógicas, sino dejar que su inconsciente y su intuición trabajen para sugerir hipótesis sorprendentes pero certeras.
Las novelas policíacas de Fred Vargas son muy populares en Francia y otros países, pero ésta nos dejó insatisfechos. Hay varios personajes excéntricos pero ninguno especialmente complejo — hay sólo una sugerencia de un dilema moral en el caso del patético inspector Danglard, pero su función en la novela se limita a observar como trabaja, o parece no trabajar, Adamsberg. Y casi no hay diferencias notables en sus maneras de hablar. Tampoco hay detalles visuales o sensuales para diferenciar una calle u otro lugar de cualquier otro de su categoria. Fue divertido leerlo, pero más por sus méritos como puzzle que por sus personajes.
“Fred Vargas” es seudónimo de la escritora y arqueóloga francesa Frédérique Audouin-Rouzeau.
Vargas Llosa, Mario. Los cachorros. Guadalupe Fernández Ariza ed. Madrid: Ediciones Cátedra, s.a., 1982.
Un falange de varones de familias ricas entra a estudiar en el Colegio Champagnat de Lima. Crecen, se enamoran, siguen a la escuela superior, participan en deportes, terminan sus estudios, se casan, tienen hijos, y a los hijos los inscriben en el Colegio Champagnat. El relato es fundamentalmente una antropología anecdótica de est ciclo. Para dramatizar y destacar los hitos de este proceso, el autor hace que uno de ellos, Cuéllar, sea excepcional: en la primaria (Champagnat), un perro danés lo ataca mientras está en la ducha y le muerde la pichula (“Americanismo: el pene de los niños” explica una nota). Entonces, cuando llegan a la edad de caer a las chicas, él no cae a ninguna por preocupación de que pasaría después — porque no podrá “tirar plan” (coger, o como dicen los hermanos peninsulares, follar). Entonces en vez de salir con alguna enamorada, hace travesuras cada vez más descabelladas hasta al final se mata en un accidente de auto. Su última frustración había sido su amor no declarado para Teresa Arrarte, que finalmente se cansó de esperarlo y aceptó a un recién llegado, Cachito Arnilla. Esta edición incluye una introducción y notas; la novela misma (publicada originalmente en 1967) tendría menos de 50 páginas sin ellas. ntbk 11/14/87 (104)
Vargas Llosa, Mario. La Fiesta del Chivo. Alfaguara, 2010.
Unareconstrucción casi documental de la conspiraciónque mató a RafaelLeonidas Trujillo Molina en el 1961, y de qué lespasó después a losconspiradores. Entreteje investigación históricacon una invención muyen tono con la realidad de esos días — la de unsupuesto SenadorAgustín Cabral y su hija Urania. Las memorias deésta, de la abyectahumillación de su papá cuando cae de gracia delBenefactor, y lahorrible y traumática experiencia que eso le causa a ellacuandoadolescente, enmarcan la historia bastante exacta y testimonial de lospersonajes reales. Es una historia muy impresionante, contadamagistralmente y con muchísimo detalle dominicano– sorprendente de unnovelista conocido por sus obras sobre el lejano Perú. Paraotrasnovelas sobre el trujillismo, vea Julia Alvarez, In the Timeof the Butterflies y Andrés L.Mateo, La balada deAlfonsina Bairán.
La guerra del fin del mundo por Mario Vargas Llosa
My rating: 5 of 5 stars
“No he hecho nunca novela histórica” declaró Mario Vargas Llosa a su entrevistador Iker Seisdedos en agosto (2010).
Entonces, ¿qué son La fiesta del chivo, La guerra del fin del mundo, y su más reciente novela, El sueño del celta? En cada caso, el autor ha investigado y respeta escrupulósamente la historia documentada — el final de la vida y el régimen de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana, la rebelión de los paupérimos vaqueros y campesinos del nordeste de Brasil en los 1890, o la vida y carrera de Roger Casement en el Congo del rey Leopoldo II y otros lugares también en el s. XIX. ¿Por qué no son “históricas” esas novelas? El autor se explica:
“No es lo mío ofrecer una versión más o menos animada de los hechos. La historia ha sido para mí siempre una materia prima, para fantasear, para intentar a partir de ahí contar una ficción.”
Acabamos de leer La guerra del fin del mundo (Madrid Spain: Punto de Lectura, 2008), un libro de casi mil páginas, magnífico, tan denso y tan rico (en personajes, en historias, en ideas) que queremos releerlo casi inmediátamente. Y es una novela que sigue tan rigurosamente la verdadera historia de los hechos que cuenta, que nos cuesta entender cómo podría no ser novela histórica.
Buscamos esta novela porque acabábamos de leer una traducción de Os sertões (“Los sertones”, o sea, las zonas más rústicas y alejadas de la civilización urbana) de Euclides da Cunha, la historia que inspiró la novela de Vargas Llosa. En Brasil, muchos consideran Os sertões, que se editó por primera vez en 1902, el libro más importante de toda su literatura. Es una historia espeluznante, de gente que luchan por sobrevivir en un paisaje extremadamente hostil, de su rebelión bajo una fe religiosa fantástica contra la nueva República de Brasil, y de las campañas militares durísimas y desastrosas para el mismo ejército hasta finalmente poder arrasar completamente el pueblo convertido en ciudad / campamento de guerra de Canudos y exterminar sus 300 mil o más habitantes.
Vargas Llosa no altera la historia contada por Da Cunha, sino agrega otros conocimientos sobre esos mismos hechos adquiridos por sus investigaciones y entrevistas en Brasil. Personajes monstruosamente fanaticizados o locos ya abundan en la historia real de esta guerra, y el novelista los usa tal como eran: militares que rehusan, por su desprecio a los pobres, a reconocer la fuerza de la resistencia o los obstáculos que pone el terreno, forajidos violentísimos convertidos en santos protectores de los sertanejos, aristócratas que se imaginan en otro planeta, todos están si no descritos en detalle, por lo menos sugeridos en el libro de Da Cunha.
El novelista agrega algunos personajes más, el más estrafalario siendo el anarquista de origen escocés que se hace llamar Galileo Gall, enemigo de todas la burguesías y las monarquías del mundo, ateo furibundo, convencido frenólogo, veterano de cárceles y prisiones en diversos países, que ahora se convence que la utopía se encuentra entre los fanáticos religiosos de Canudos. Y otro invento importante, un “periodista miope” que es el único en esta historia que llega a conoces ambos bandos, los militares de la republica y los rebeldes antirepublicanos de Canudos. Ellos — el anarquista y el periodista — nos permite mirar esta historia compleja desde distintos ángulos y quizás entenderla mejor.
Y la otra cosa muy importante que agrega el novelista es llevarnos por la imaginación a donde el historiador Da Cunha no podía o no se permitía entrar, en las mentes de muchos de esas personas monstruosas y de otras más inocentes. Al final, la novela nos ofrece una historia más rica que la historia, más sugeriente aún que el conmovedor historia que escribió Da Cunha. Entonces yo diría, discrepando con su autor, que sí, en una novela histórica y más que histórica. Y un aporte a la literatura que nos hace no solamente llorar muchas veces y reírnos otras veces, sino además pensar, sobre el fanatismo no solamente de los analfabetos sino también de los hombres más cultos que se engañan para no ver lo que no les conviene.
(Véase también nuestra reseña de Backlands, una traducción al inglés de Os sertões de Euclides da Cunha.)
Vargas Llosa, Mario. Historia de Mayta. Barcelona: Seix Barral, 1984.
Vea comentario en inglés (“Fiction Readings”).
Vargas Llosa, Mario. Pantaleón y las visitadoras. Madrid: Santillana Ediciones Generales, S.L., 1973.
El capitán más recto del Ejercito Peruano, encargado de formar un Servicio de Visitadoras (putas) para los soldados en la Amazonía peruana, lo convierte “en el organismo más eficiente de las Fuerzas Armadas”, creando un enorme escándalo para esas instituciones y el abrupto final del servicio, al gran pesar de las muchachas y de los soldaditos sus clientes. Es una gran sátira de la mentalidad y el lenguaje militares, y también de las supersticiones y costumbres de la gente en los pueblos pequeños de la selva. Un recurso narrativo peculiar muchas veces contribuye a la comicidad: Los díalogos, en la manera distintiva de hablar un general, o una determinada puta, u otro personaje pintoresco (el chino Porfirio, la Chuchupe, el Chupón, el Sinchi) empiezan antes de ser identificado el hablante y las cosas que hace ese personaje mientras habla. En el mismo párrafo leemos diálogos pronunciados en lugares y circunstancias muy diferentes, dándonos la idea de la simultaneidad de diversos procesos (lo que ocurre in “Pantilandia”, la operación que construye el capitán Pantaleón Pantoja, o los chismes entre su mujer Pochita y la amiga de ella, Alicia, o las reacciones del general “Tigre” Collazos u otro general Scavino, etc.). Y por supuesto todos esos diversos procesos finalmente convergen para producir el desastre cómico.
El ruido de las cosas al caer por Juan Gabriel Vásquez
Evaluación: 4 de 5 *
El gran mérito de esta novela es que hace palpable el permanente miedo que produce la narcoviolencia, en este caso en Colombia, y como trastorna las vidas de tanta gente normal que no quiere y no ha escogido la violencia. También pretende mostrar lo absurdo y contraproducente que ha sido “la guerra contra las drogas” empujada y financiada por los EE.UU., y cuyos resultados han sido la violencia desenfrenada, la corrupción sin límites, y la destrucción de intentos de desarrollar el país y sus recursos humanos.
El narrador Antonio Yammara, nacido en 1970 en Bogotá, recuerda la peor época, la de magnicidios (ministro de justicia, el candidato presidencial Galán, y otros), cochebombas, explosiones de aviones de pasajeros etc., en los 1980, cuando el carismático e inteligente Pablo Escobar fue el narco más famoso, más rico y más peligroso del mundo (hasta su muerte por la policía en 1993), y también cuando niño llegó a ver el extraordinario zoológico “Villa Nápoles” que Escobar hizo construir para divertir a los niños. En 1995, cuando piensa que todo eso ha pasado y él desempeña como un jovencísimo profesor de derecho, conoce a Ricardo Laverde, 20 años mayor que él y recién salido de la prisión, y lo está acompañando en una calle de la ciudad cuando dos jovenes sicarios en una moto matan a Laverde y hieren gravemente al joven Yammara. Su búsqueda de la historia de Laverde y por qué lo mataron lo lleva a descubrir las ilusiones y decepciones de gente de esa generación, de cuando la marihuana cedió mercado a la cocaína y la “guerra contra las drogas” fue declarado por el presidente de los EE.UU. Richard Nixon.
Las descripciones de la labor y las frustraciones en la Colombia rural, de una joven norteamericana idealista, voluntaria del Cuerpo de Paz en 1969, suenan perfectamente auténticas a este servidor, que en esa misma época, hacía un trabajo similar en el vecino Venezuela. Esta novela nos ayudará a entender no solamente una parte del sufrimiento de Colombia, sino también las enormes dificultades y contradicciones de la guerra contra las drogas en México, en Afganistán, o en cualquier parte.
Vázquez, Lourdes. La estatuilla. San Juan, PR: Editorial Cultural, Inc., 2004.
Cuentos. “La estatuilla”, ganador del Premio Juan Rulfo 2002, consiste de una sola oración que corre por 9 páginas, de alguien — aparentemente mujer, seguramente puertorriqueña — que está escribiendo en máquina (Courier 12, nos informa) todo lo que piensa sin ninguna restricción de si las palabras le salgan en español o inglés o en una mezcla, mientras reflexiona sobre algunas cosas que le han llamado mucho la atención. Entre estas cosas están: el hurto de la “estatuilla”, el hasta entonces único Oscar ganado por un actor puertorriqueño, del teatro de la Universidad de Puerto Rico, cuando Benicio del Toro gana un segundo; una noche en La Habana, invitada a un congreso de escritoras del Caribe, donde los encargados de su hotel la toman por jinetera; un hijo que tiene en detox en San Juan; y qué hace todo eso a “la autoestima [de los puertorriqueños en general] que siempre anda por el piso”. No es cuento como le gustaba a Aristóteles, con comienzo, medio y fin, sino una especie de tape loop que nos hace entender una cierta mentalidad un poco mejor. Gracioso y triste. Entre los otros cuentos, se destacan “1968” y “Nos buscan”, ambos abiertamente políticos, que vi dramatizados por un pequeño grupo teatral cuando Lourdes presentó el libro en la Librería Lectorum, el viernes 18 de marzo, 2005.
Viciana Martínez-Lage, Alfonso. La cólera de Tanit. Mojácar: Arráez Editores, 2009.
La nueva novela de Alfonso Viciana usa la misma estragema narrativa eficaz de sus anteriores novelas, El engaño del general y Bajo el ciprés : una historia de corrupción muy actual se complica por su intersección con una historia igualmente o más truculenta en el pasado.
Como en las otras novelas, la actualidad es el urbanismo salvaje tan característico de España en la última década. Pero a diferencia de ellas, la historia antigua no remonta sólo algunas décadas (la guerra civil española en “Engaño”, el franquismo en “Ciprés”) sino más de dos milenios. Es una posible historia de Aníbal “Barca”, el gran Aníbal, el general que hizo temblar a Roma, y de la rica colonia en Hispania que ayudó a financiar sus guerras, y que hoy los grandes especuladores quieren arrasar para construir hoteles, apartamentos, campos de golf y así blanquear millones de euros — exactamente como ha ocurrido todos los días en España en realidad.
La historia actual, de la ingenua arqueóloga y el astuto y viejo detective, donde no podrían faltar también un topógrafo (que es el otro oficio de nuestro autor), un concejal de urbanismo con un complicado pasado, y hasta un viejo y brillante historiador enloquecido, es divertida e ingeniosa. Pero para algunos de nosotros el otro misterio antiguo, de qué pasó y cómo se destruyó esa antigua colonia hace 2.200 años, es el condimento que hace el plato mucho más sabroso. La colonia cartaginesa y su versión moderna son ficticias, pero plausibles facsímiles de tales colonias cartaginesas reales como Gadir (Cádiz). Y tanto nos intrigó que nos estimuló a buscar más detalles sobre la historia de Aníbal, de la batalla de Cannas, y de la diosa Tanit. El viaje en el tiempo es una gran aventura imaginativa. – 2009.10.19
Viciana Martínez-Lage, Alfonso. Bajo el ciprés. Narradores Almerienses. Almería: Arráez Editores y Ediciones La Isleta, 2006.
Bajo uno de los cipreses del cementerio de una pequeña ciudad en el sur de España, un arquitecto recibe la primera intuición de la pasión y sangre que empapan un viejo palacete abandonado — un palacete que él está encargado a derrumbar para construir una obra nueva. En un relato que te engancha desde el primer momento y no te suelta hasta su conclusión 60 páginas más tarde, viajamos desde las preocupaciones cotidianas de un profesional en la especulación urbanística de la España moderna y más o menos tolerante, para remontarnos al mundo de extrema intolerancia y represión de la dictadura franquista. Esa cruenta dictadura ha dejado fantasmas en toda España — heridas nunca sanadas, angustias e injusticias calladas por miedo y el pavor de las sombras que pueden todavía ocultar a los esbirros. Y son fantasmas — productos de su imaginación, tal vez, o verdaderos espíritus inquietos — que revelan al arquitecto-narrador una historia de amor prohibido entre dos muchachos, y la terrible venganza del padre de uno de ellos.
La narrativa mantiene la tensión, estimula un deseo casi jadeante para saber qué pasará en las próximas páginas, y en momentos provoca un verdadero escalofrío. Y tiene otro mérito esta breve novela — sus descripciones de los espacios, del cementerio o el palacete o hasta el rellano de escalera frente a la puerta de lo que puede ser uno de los fantasmas, son tan reales que te hacen sentir que estás en ese lugar. 2008.03.19
Viciana Martínez-Lage, Alfonso. El engaño del general. Mojácar (Almería): Arráez Editores, 2004.
Una investigación para una tesis de historia en la Universidad de Granada desenmascara una traición, ocultada por más de 60 años, de la pequeña Compañía Universitas — 80 universitarios sin experiencia ni preparación militar — por su general republicano en la Campaña de los Olivos en Jaén durante guerra civil. La primera parte de la novela es la simpática pero absurda e increíble historia circa 2004 de las aventuras del joven investigador, Javier, que tiene que robar documentos, enfrentar a misteriosos matones extranjeros, y enamorar a una bella e inteligente capitán del ejército para liberar el documento que cuenta la verdad, el diario que llevaba el joven Tte. Carlos Téllez ese otoño de 1936. En la segunda parte leemos el diario mismo, que sí es creible, con pasiones, miedos, ansiedades e ilusión que no parecen ser inventadas, sino tomadas de las terribles experiencias reales y documentadas de esa guerra. Después en la tercera parte, volvemos a la irrealidad, la aventuras del estudiante y la capitán Celia Guevara, que (por supuesto) no solamente sabe follar sino también (por supuesto) resulta capaz de enfrentarse a cualquier misterioso matón extranjero en pelea mano a mano. La historia enmarcadora (no sé cómo esto se dice en castellano — en inglés seria el “frame”), la de Javier y Celia, es divertida pero absurda, poblada de personajes unidimensionales (el misterioso extranjero brutal, el elegante y hartero hijo del general, la insoportable burócrata del archivo de Salamanca, el honesto profesor de Javier). En cambio la historia interior, la que cuenta el supuesto diario del Tte. Téllez sobre los universitarios republicanos esperando una evacuación que nunca llega, muestra que Alfonso Viciana tiene pasta para crear personajes y situaciones realmente conmovedoras.
Buscando más información sobre las bases histórica, encontré esta interesante página sobre la Campaña de las Aceitunas de 1936. (02 junio 2005)
Dublinesca por Enrique Vila-Matas
My rating: 5 of 5 stars
Samuel Riba, antiguo editor en Barcelona de los mejores novelistas, ahora vencido como empresario por la competición insostenible con “la novela gótica” y el Internet, aspira a celebrar “Un funeral no sólo por el mundo derruido de la edición literaria, sino también por el mundo de los escritores verdaderos y los lectores con talento, por todo lo que echa en falta hoy en día.” Y por supuesto, pretende celebrarlo en Dublín, una ciudad que no conoce y cuyo idioma no habla pero que una gran obra literaria, Ulises de James Joyce, ha hecho célebre por un funeral. Con este personaje y esta premisa, Vila-Matas nos ofrece no un requiem, pero sí una reflexión sobre todos los autores importantes que conoce y respeta — y que recuerda el protagonista Riba —, y sobre la lectura, la escritura y su posible futuro. Lo poco que ocurre en la vida de Riba ocurre muy despacio — pasan casi cien páginas entre su ocurrencia de un funeral y su viaje a Dublín, y una vez ahí, para “Bloomsday”, el 16 de junio, no pasa casi nada. No pasa porque Riba, que ha leído tantas novelas, no quiere verse a sí mismo como protagonista de novela y entonces rehusa aceptar ninguna de las oportunidades de aventura que se le ofrecen. Alguién toca la puerta de su habitación en el hotel, y él rehusa contestar; alguién deja una maleta roja en esa habitación, y él no quiere saber quién. Así Riba, y su autor Vilas-Matas, frustra deliberadamente al lector que espera semejante acción, porque le interesa otro tipo de lector, el “lector con talento… un lector lo suficientemente abierto como para comprar un libro y permitir en su mente el dibujo de una conciencia radicalmente diferente a la suya propia.”
Esta compilación de percepciones literarias, en que se refiere a y analiza cientos de autores del s. XX para acá, es tan llena de percepciones dispares que es casi una “no novela” como la de David Markson, This is Not a Novel. Digo “casi”, porque al final sí ocurre algo, si no en la vida de Samuel Riba sí en la consciencia del lector, con una revelación de la cual posiblemente el protagonista no se percata. Es una obra inteligentísima, que te provocará a releer Ulises y Dublineses de Joyce y posiblemente investigar muchas de las otras obras aquí comentadas.
Waltari, Mika. 2005. El ángel sombrío. Tr. por V. de Artadi. Madrid: Diario EL PAIS.
El sitio y la caída de Constantinopla están contadas casi día por día por Juan Ángel (Johannes Angelos), un hombre de 40 años y de “sangre griega” nacido y criado en Aviñón. Llega a Constantinopla a fines del 1452, justo a tiempo para ver la ceremonia de sumisión del emperador Constantino XI al papa romano católico (en espera de así conseguir ayuda militar), y para oir el desafiante grito del megaduque Lucas Notaras, Almirante de la Flota Imperial, “¡Antes el turbante turco que la mitra papal!” — como muchos griegos, y con amplio razón histórica, odia a los “latinos” y piensa que el sultán será un amo generoso. Juan en contraste conoce la crueldad del sultán y se pone bajo las órdenes del bravío y generoso capitán genoés Giustiniani, dispuesto a morir en defensa de la ciudad. También se enamora de una doncella que resulta ser Ana, hija del megaduque. En un diario describe semana tras semana y hasta día a día su difícil romance con Ana, las intrigas políticas entre genoeses, venecianos y griegos, el terror de todos ante las bombardas y otras máquinas de guerra de los turcos, y la valentía de unos y la traición de otros en los últimos días — los hombres del megaduque matan a Ana cuando ésta pretende prevenirles de abrir la puerta mejor defendida (Kerkoporta) a los turcos. No obstante su traición, después de la conquista, el sultán hace matar al megaduque y sus hijos, y luego a Juan Ángel, cuyo secreto Mohamed ya sabe: que es el legítimo heredero del imperio de Constantinopla. Es muy emocionante, más por la historia real que por la historia inventada de Juan Ángel. Gustavo Giustianini, Loukas Notaras et alii existieron y según algunas crónicas actuaron así en la realidad, y la traición de Kerkoporta también está documentada (pero controvertida); en cambio, la verdadera Anna Notaras sobrevivió para ser centro de la colonia de refugiados “bizantinos” en Venecia. (Versión original en finlandés, Johannes Angelos, 1952) – 060316
Yourcenar, Marguerite. Memorias de Adriano. Translated by Julio Cortázar. Barcelona: Editorial Planeta, 1999.
Viejo emperador, moribundo, cuenta su vida y filosofía a su sucesor escogido, Marco Aurelio, en esta larguísima carta. Nacido en España y criado por su abuelo cerril y medio mago, Marulino, el joven Adriano hace brillante carrera militar contra las tribus germanas y luego en Dacia. Nombrado gobernador de Palestina por el emperador Trajano, prevé el desastre cuando éste, ya viejo, emprende campaña para conquistar Asia y realizar un viejo sueño inspirado en las historias sobre Alejandro Magno. En su lecho de muerte Trajano finalmente adopta a Adriano como hijo y sucesor cuando éste ya tiene 42 años. A diferencia de Trajano, el nuevo emperador negocia la paz cuando puede con las naciones vecinas y pretende extender la justicia y el orden a través del imperio para que Roma dure aún cuando en un future dejase de basarse en Roma (la ciudad); en sus últimos años (se enferma antes de llegar a 60) desgraciadamente no puede evitar una guerra terrible contra los celotes judíos que termina con la casi total destrucción de Jerusalén. Adriano también cuenta de sus amores, especialmente con el griego Antinóo, una suerte de joven fauno rústico, que se suicida a los 20 años en un acto de sacrificio por amor al emperador Adriano. La guerra en Palestina y la muerte de Antinóo, a quien Adriano convierte en dios y en cuyo nombre funda una ciudad, son las grandes tragedias en un gobierno mayormente de paz y fortalecimiento del orden y economía imperiales que ha durado 18 años. Hay pasajes descriptivos lindísimos (de España, Alejandría, Roma), observaciones filosóficas intrigantes, y episodios dramáticos, pero el interés del libro en total reside en su retrato de la vida de élites en este período; Adriano mismo no llega a ser un personaje tan cautivante como el Claudio de “Yo Claudius” de Robert Graves. 2004/08/06
Teatro
Beckett, Samuel. Esperando a Godot. Original: En attendant Godot (1952, Les Éditions de Minuit). Trans. Ana María Moix. Fábula. Barcelona: Tusquets Editores, 1982 [1952].
Una farsa misteriosa donde no pasa nada, dos veces. Dos vagabundos y amigos, Vladimir y Estragón, esperan a alguien o algo que ni ellos saben quién/qué es. O sí pasan cosas, como la entrada en escena de un amo y su esclavo, pero los dos vagabundos no saben interpretarlas ni aprovecharlas y Estragon ni siquiera las recuerda. La misma “nada”, o falta de acción que cambia la situación, se repite con curiosas y ambiguas variaciones en el Segundo Acto. Puede ser difícil hoy entender porque la obra causó una sensación tan grande cuando se estrenó en París en 1953, y dentro de un año estaba montada en 30 teatros en Alemania y traducida a sendos idiomas. Algo seguramente tenía que ver la desesperación del público por algo nuevo y renovador en esos años después de la terrible guerra de 1939-1945; “Godot” simultáneamente representa esa desesperación, y de cierta manera la satisface. Parece decirnos que nuestra esperanza es fútil, pero que por lo menos nuestra manera de aprehenderla — en el teatro — puede ser nueva. Y hoy día, ¿Qué nos dicen los tristes payasos de Samuel Beckett? Nos reconocemos en ellos, esperando alguna solución mágica a la falta de comprensión, la falta de proyecto? La obra es muy cómica, con chistes visuales de circo,y muy triste, también como los payasos de circo. ¿Será verdad, como dicen ellos, que todos nuestros derechos los hemos vendidos?
Buero Vallejo, Antonio. El concierto de San Ovidio; El tragaluz. Clásicos Castalia. Ed. Alonso Zamora Vicente. 3 ed. Madrid: Editorial Castalia, 1971.
—El concierto de San Ovidio (1962): En París en 1771, un comerciante pícaro persuade a la priora de un hospicio pobre a prestarle a sus ciegos para una orquestina bufa, con que piensa hacer plata explotando e humillando a los indefensos ciegos — pero entre éstos hay uno que defiende su dignidad.
–El tragaluz (1967): 2 seres venidos del futuro, Él y Ella, nos dejan ver la tragedia de una familia torturada por una mentira consentida entre ellos (Madre, Padre, e hijos Vicente y Mario), una historia vergonzosa de principios de la posguerra (1939) que por casi 30 años ninguno se ha atrevido enfrentar.
Ford, John. Adios Hermano Cruel, versión ballet por Julio Bocca de ‘Tis Pity She’s a Whore
Una de las más sangrientas y extrañas piezas de la tradición teatral del s. xviii en Londres es ‘Tis Pity She’s a Whore (Lástima que sea puta) de John Ford (1633). Es aún más extraña si no sabes el argumento y la ves bailada, con nada más que los movimientos de los cuerpos, el vestuario y el escenario para explicarte por qué ese chico tiene tanta complicación para ligarse con aquella chica.
Fue un gran desafío para Julio Bocca, para su adiós a las tablas. Su trabajo fue todo lo grande que esperabamos por su enorme reputación. Y la sorpresa (porque no la conocíamos) fue su brillante y expresiva compañera Cecilia Figueredo. Celebran un mágnifico coito balético, un apasionado orgasmo que habría mucho más difícil representar en las tablas londinenses en 1633 (cuando los papeles de las mujeres los hacían hombres). El problema es que son hermanos, y cuando ella–recién casada con un militar que es amigo de su infancia–queda encinta exige a su hermano/amante que la mate. Él lo hace y entonces, con el corazón de ella ensartado en un puñal, confronta a su marido, el militar, que manda matar a todo el clan, y muere él también. O sea, final feliz: todos muertos. He aquí algunas imágenes, sin ese bello coito pero con la música (bastante insistente y dura) Adios Hermano Cruel.
Guerra, Ruy y Gabriel García Márquez. “Fábula de la bella palomera.” Fox Lorber (vídeo).
Don Orestes (Ney Latorraca), señorito cuarentón, heredero de destilería de ron y el hombre más rico de Paraty (pueblo en la playa tropical, principios de siglo xx) se obsesiona por Fulvia, una bella mulata joven, madre de un niñito y esposa de un joven músico bueno; la seduce finalmente y deja pintado en su bello torso “esto es mío”; cuando el marido ve esto (porque la muchacha inexplicablemente se desnuda delante de él sin primero lavarse la panza), tristemente la degüella; en la última escena, don Orestes, ancianísimo, visita la tumba de Fulvia mientras un jet pasa arriba, señalando (supongo) la desaparición de su mundo. Es horrible, una elaboración muy exagerada de una mera anécdota, la cámara permanentemente enfocada en la figura ridícula, pusilánime y repugnante de Orestes; la camarografía es como una serie de postales muy bonitas en que don Orestes y/o Fulvia son adornos a la playa o las rocas. Fulvia (Claudia Ohana) tiene teticas paradas espectaculares.
Molina, Tirso de (1990 [1615]). Don Gil de las calzas verdes. Madrid, Castalia. Edición, introducción y notas de Alonso Zamora Vicente.
“La madre de todas las comedias de enredo”, dijo alguien citado en El País. Y es cierto. El complicadísimo argumento en breve: Doña Juana, una hermosa, joven, noble pero pobre vallesolitana, ha sido seducida y abandonada por su novio Don Martín, y va de Valladolid a Madrid disfrazada de hombre, para impedir que Martín se case con otra joven más rica, Doña Inés. Juana ha averiguado (mediante el soborno a los sirvientes) que Don Juan, para despistarla y por otras razones muy poco creibles, ha asumido la identidad inventada de “Don Gil”, pero Juana llega primero y se presenta como Don Gil, caballero vestido con calzas verdes, y gana el corazón no sólo de Inés sino también de Clara, laprima de ésta. Cuando aparece Martín como “Don Gil”, Inés y Clara declaran que no es ese (con barbas y otro traje) quien les interesa, sino están enamoradas del otro Don Gil, él de las calzas verdes. Don Juan, novio de Inés hasta ahora, se muere de celos y jura matar a los dos Don Giles, y para lograr su propósito (no se sabe si por bobo o loco) se disfraza también como Don Gil, hasta con calzas verdes, y lo mismo hace Clara como para probar los sentimientos de su prima Inés. El viejo criado de Juana entra en el juego de ardides de ella, mientras el nuevo criado, creyendo que su amo Don Gil es un hombre “capón” (por su voz atiplada y porque no tiene barbas), se confunde enormemente cuando ve a 4 Don Giles, todos con calzas verdes, delante de la ventana de Inés. Para complicar las cosas aun más, Juana se presenta a Inés como mujer de nombre “Elvira” y le convence que el Don Juan de las calzas verdes es amante de ella, y que el Don Gil de barbas (Martín) es un usurpador de nombre Don Migue; mientras tanto, hace llegar a Martín la noticia de que Juana ha sido recluida en un convento en Valladolid, bajo sospecha de estar preñada, y luego que ha muerto en el parto; y su padre, Juana escribe que Martín la ha dejado cocida de puñaladas en Madrid y le pide vengarse por ella. Todos embustes para movilizar a la gente para cumplir sus complicadísimos diseños. Graciosísima y desatinada comedia que satiriza toda la “mesocracia” (como la llama Alonso Zamora en la introducción), o sea, la clase media antes de que existiera en Madrid una verdadera burguesía, y su avaricia desenfrenada (todo empieza porque el padre de Martín quiere unir su fortuna con la del padre de Inés a través del matrimonio de los hijos). Y da divertidísimo protagonismo a una mujer, Juana, que manipula a todo el mundo mediante embustes imaginativos.
Rojas, Fernando de. La Celestina (Tragicomedia de Calisto y Melibea), El País, Clásicos Españoles. Madrid: Diario El País, 2004.
Calisto, para seducir a Melibea, contrata a la vieja alcahueta Celestina, que complica a los criados de Calisto para sacarle la mayor cantidad de plata posible para la empresa. Al final todos mueren por codiciosos o imbéciles: los criados matan a Celestina con tanto escándalo que se matan saltando de una ventana para huir la policía, y el gentío los remata cortándoles las cabezas; Calisto se cae de cabeza desde una escalera a salir del huerto de Melibea, y ésta — ante la muerte de su amante y el inminente descubrimiento de su deshonra por sus padres — se tira de una torre. Es una farsa en 21 actos de puro diálogo, lleno de chistes a coste de la credulidad de los amos y las burradas de sus sirvientes. Al final del Acto Tercero, Celestina donde conjura al diablo, “triste Plutón”, para ayudarla a seducir para Calisto a Melibea, amenazándolo (al diablo) así: “Si no haces con presto movimiento, tendrasme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y escuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible njombre. Y otra y otra vez te conjuro. Y así, confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto.” Fue impreso primero en Burgos en 1499; gran ejercicio en leer el castellano del s. XV.
Weiss, Peter. Marat-Sade, versión de Alfonso Sastre de Die Verfolgung und Ermordung Jean Paul Marats dargestellt durch die Schauspielgruppe des Hospizes zu Charenton unter Anleitung des Herrn de Sade (1964).
Esta obra tuvo un enorme impacto cuando se estrenó en Alemania, descrita como una mezcla casi inimaginable de Brecht y Artaud. Trata de una obra sobre el asesinato de Jean-Paul Marat, acaecido el 13 de julio de 1793, realizada por los pacientes del manicomio de Charenton exactamente 15 años más tarde, y dirigida por su paciente más célebre, el Marqués de Sade. Weiss se basó en un hecho real: el famoso marqués efectivamente había dirigido obras de teatro allí y en esa época. El director del hospital (según Weiss y también como hecho histórico) es el Abbad de Coulmier, un religioso (y no un médico) que le ofrece a de Sade materiales para escribir como terapia, y que es fanático del emperador Napoleón.
Alfonso Sastre ha actualizado la obra. Ahora un loco nos informa que la función ocurre hoy mismo — o sea, anoche, el 3 de abril de 2007 — en lugar del 13 de julio de 1808. Y Coulmier es una mujer, una médica progre (Lola Casamayor) del Madrid de hoy, hincha de la Constitución. Y en otro momento, otro loco intenta escaparse para “Dar un paseo. Quiero ver si está Esperanza Aguirre” — a lo mejor estaba, pero no lo creo — y luego agrega, “Quiero ir a una manifestación” como las que el Partido Popular ha puesto tan de moda en esta ciudad.
En esta producción, Pedro Casablanc (Marat), Alberto San Juan (Sade), Nathalie Poza (Carlota Corday), y Lola Casamayor en los principales papeles eran muy, muy convincentes, apoyados por todo el elenco de locos y terapeutas y una Madre Superiora (Tomás Pozzi) que se convierte en policía. El director Andrés Lima había preparado a los actores mediante visitas con pacientes reales en el Sanatorio Esquerdo y con las recluidas en una prisión de mujeres.
Es una potente fábula política, sobre la autodestrucción de las revoluciones y el conflicto eterno entre los extremos que representan el furibundo Marat, carnicero por la justicia, y Sade, que se interesa solamente en la sensualidad y tortura exquísitamente pero sólo en su imaginación.
Poesía
Darío, Rubén. Antología poética. Selección, estudio preliminar y notas de María Isabel Siracusa. Buenos Aires: Editorial Kapelusz, 1973.
Félix Rubén García Sarmiento (n. Metapa [hoy Chocayos] Nicaragua, 1867; m. León, Nicaragua, 1916), adoptó el apellido Darío (del apodo de un tatarabuelo) a los 12 años, a publicar sus primeros versos. Esta antología incluye selecciones de Azul (1888, Valparaíso, Chile), “obra que señala una franca renovación literaria que se afirmará en obras posteriores”, Prosas profanas (1896, Nicaragua), “culminación del movimiento renovador y condensacion de las modalidades del modernismo”, Cantos de vida y esperanza (1905), Poemas de otoño y muchos otros poemas. Son hermosos, de una cierta rigurosidad de sonidos combinada con una gran libertad de pensamiento. De pronto me he apropiado (es decir, he aprendido recitar) sólo uno, “Canción de otoño en primavera,” que debe ser de este último nombrado, Poemas de otoño, cuando ya podía decir, “Juventud, divino tesoro / ¡ya te vas para no volver!” Buen ensayo crítico de la letrada Siracusa.
Loynaz, Dulce María. Melancolía de Otoño. Poesía. Pinar del Río (Cuba), Ediciones “Hermanos Loynaz”: 1997. Edición financiada por el Excmo. Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, España. 92 pp.
La poeta nació en 1902 y murió 91 años más tarde, sin nunca abandonar su residencia en La Habana. Pero “calló” su pluma después de 1959, y no se volvía a saber de ella hasta que, en 1992, recibió el Premio Cervantes de España. Ahora en Cuba están publicando todo lo que encuentren de ella, incluyendo estos versos juveniles. Aquí hay uno de los más simpáticos, un comentario anticipado, quizás, sobre la burocracia literaria que la llevaría años más tarde a callarse:
Hay gente que si pudiera, arrancaría los rayos
de la luna, para amarrarse Los zapatos.
(Vea también mi ensayo sobre ella y sobre la industria del libro en Cuba, en Linnaean Street, spring 2000.)